Hemos empezado un nuevo año, 2020 se nos presenta con un montón de expectativas, nos corresponde a nosotr@s saber gestionarlas, tenemos unos cuantos días por delante hasta que nos llegue el siguiente año, así que debemos aprovecharlos.
Hoy publico un relato un poco ingenuo, pero no he considerarlo catalogarlo como infantil, no se lo que opinareis, sea como sea, aquí os lo dejo.
¡FELIZ 2020 A TOD@S!
Julita
Ruth se asomó a la ventana de su habitación.
Le gustaba mucho contemplar los árboles del jardín y ver cómo crecían y
cambiaban cada día.
Disfrutaba por la noche cuando la luna le
hacía guiños a través de las hojas, y ella le respondía, pues pensaba que de
esa forma se comunicaban.
Cuando llegaba el momento de meterse en la
cama para dormir, lo hacía tan contenta, que ningún mal sueño conseguía
despertarla.
Ese día, se extrañó al ver que una de las
hojas de su árbol favorito, estaba rota. Sintió una punzada de dolor ¿Cómo
podía ser? No le parecía posible ¿Cuándo habría ocurrido? ¡No pensaba
permitirlo!
Sin pensárselo dos veces, bajó corriendo las
escaleras para dirigirse al sótano, donde sabía que su padre guardaba las
herramientas.
Su madre la recriminó. Le había dicho muchas
veces que no le gustaba que saltase de esa forma los escalones. Un día se
caería y se haría mucho daño.
Pero Ruth no hizo caso de la advertencia
¡cómo solía hacer siempre! Tenía mucha prisa, ¡una hoja necesitaba urgentemente
su ayuda!
Adentrándose en la estancia, buscó y rebuscó
hasta dar con lo que necesitaba. Una vez en su poder se lo puso en el bolsillo
trasero de su pantalón y se encaminó a su árbol.
Trepó por el tronco hasta que se encaramó en
la rama que sostenía la hoja dañada. Aferrándose fuertemente con las piernas
para mantener el equilibrio, pues sabía que si no tenía cuidado podría caerse y
entonces sería ella la que acabaría lastimada,
y eso, era algo que no entraba en sus planes, sacó el rollo de cinta
adhesiva y con mucho cuidado reconstruyó la hoja pegándola primero por una
parte y después por la otra.
Contemplando su trabajo se sintió satisfecha
y entonces, guardándose de nuevo el rollo en el bolsillo para que no
entorpeciera sus movimientos, bajó del árbol y se dirigió a su habitación para
contemplarlo en la distancia.
Asomándose a la ventana, buscó con la mirada
la hoja, segura de dar con ella sin problema. Pero no fue así, ¡no estaba! Sacó
la mitad de su cuerpo y entonces la vio en el suelo. Un golpe de viento la
había arrancado haciéndola volar sin un rumbo fijo. Sin poder evitarlo, una
lágrima rodó por su mejilla.
¡En ese momento, Ruth fue consciente de que nuestra
vida, al igual que la de la hoja, depende de cómo sople el viento que nos mece!
Julita San Frutos©

9 comentarios:
Me gusta este relato corto, como una fábula!
Me gusta este relato corto, como una fábula!
Me encanta que te guste Beatriz. Un beso muy fuerte. Julita
Es una verdad, como la vida misma, siempre estamos pendientes de un hilo que se puede romper en cualquier momento.
Bueno, pensamos lo mismo y por eso he querido expresarlo con este relato. Gracias por tu comentario.
Adhiero a los comentarios anteriores. Es un bonito relato corto que marca la fragilidad de la vida. Todos los seres vivos somos efímeros y pendemos de un hilo que puede romperse en cualquier momento. Hay que aprovechar mientras se mantiene entero y fuerte ! Gracias Julita.
Gracias Marina por tu comentario, parece que la gran mayoría pensamos igual, lo que pasa es que a veces se nos olvida, pero sí, pendemos de un hilo y que se rompa es sumamente fácil.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que se ha comentado anteriormente y, para darle otra visión al relato, te diré que me encanta que esta personita se preocupe tanto de la naturaleza y en concreto, de su árbol.
Ojalá todos los niños fueran tan maduros y se ocuparan con tanto amor y respeto del medio ambiente.
Seguro que a la vuelta de unos años teníamos un mundo mejor.
Un abrazo Julita.
Helen Pi
Sí Helen, sería ideal que los niños se concienciasen del valor de la naturaleza y es labor de los adultos conseguirlo, el problema es que los mayores, en su mayoría no son conscientes de ello. Ojalá y esta visión cambie algún día, en beneficio de todos. Un abrazo. Julita
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