1 de febrero de 2020, un nuevo mes y una nueva publicación. Hoy me refiero a lo triste que puede resultar tomar la decisión que en ese momento nos parece acertada, pero que con el paso del tiempo y al retroceder en nuestro pensamiento, llegamos a la conclusión de que debíamos haber actuado de otra manera, pero lógicamente, ya no tiene remedio.
Julita
¿Por qué he rebuscado en el cajón?
¿Qué me ha impulsado a coger esta foto tanto
tiempo olvidada?
Estoy segura de que nunca obtendré una
respuesta. Pero lo cierto es que ahora que la tengo ante mis ojos, mi mente
empieza a recordar y no puedo impedir que me broten las lágrimas y que,
resbalando por mis mejillas, me hagan sentir su sabor ligeramente salado.
─Igual que aquél día, ─pienso─
el día aciago que cambió mi vida.
Mientras, mi retina, entre la humedad que la
rodea, intenta vislumbrar la imagen que representa y que no es otra que tu
silueta alejándose por la vía hasta que únicamente fuiste un punto en
la distancia.
¿Qué nos llevó a aquella situación? ¿Cómo
pudimos separarnos de ese modo?
La miro y recuerdo que mi llanto, como un
torrente, se deslizaba por mi cara hasta notar mi blusa empapada por él,
mientras que, con un hilo de voz, te suplicaba que no te fueses, que no me
dejases, que jamás podría seguir viviendo si tú no estabas a mi lado. Pero…,
todo fue inútil.
─Mereces a alguien mejor ─me decías.
Pero yo no quería escucharte, no deseaba que a
mis oídos llegase tu despedida.
─Espera ─te dije─ dame otra oportunidad, no
tengas en cuenta mis palabras, han sido fruto del despecho, del orgullo... Sé que te han herido, pero no
quiero perderte.
Te bajaste del tren, sólo con tu hatillo y
empezaste a andar. Levanté la cámara que llevaba colgada al cuello y te hice
una fotografía, ¡mi último recuerdo! En vano esperé ver volverse tu rostro
hacia mí o que levantases una mano en señal de despedida.
Debí bajarme yo también, tenía que haberte
suplicado, implorado, pero… no tuve valor para seguirte. El tren reanudó su
marcha, cada vez me alejaba más de ti y tú continuabas andando con la cabeza
gacha y el orgullo herido, mientras tus pasos te dirigían hacia algún lugar
donde yo ya no formaría parte de tu vida.
Julita San Frutos©

4 comentarios:
Es verdad. Algunas de las decisiones que tomamos parecen acertadas en el momento y luego nos damos cuenta de que no lo eran. Pero todas ellas corresponden a un sentir momentáneo que nos impulsa a tomarlas. Y quizás sea a éso a lo que se le llama "destino" ! Un bonito relato para reflexionar.
Gracias Marina, como siempre, por tu comentario, y porque te guste el relato, yo también pienso, como tú, que eso es el destino. Un abrazo
Nuestra vida está formada de decisiones. En ocasiones mejores y en otras, no lo son tanto. Sería maravilloso tener una bola de cristal a quien poder consultar y saber lo que nos deparará el futuro aunque tendríamos que llevarla siempre con nosotros, ya que estaríamos constantemente buscando la mejor opción.
Los que ya vamos teniendo una edad y capacidad de reflexión nos damos cuenta que lo hecho, hecho está y que, en ocasiones, erramos.
Pero esto es la vida!
Hay una frase que siempre he escuchado en mi familia. Primero a mis abuelos y luego a mi madre y esa que dice "Ojalá tuviera veinte años menos pero sabiendo lo que sé"
Ahí se resume todo. Te gustaría ser más joven pero con todo el bagaje de lo vivido, para no volver a cometer los mismos errores.
Gracias Julita de nuevo por hacernos meditar.
Un abrazo.
Helen Pi
Gracias a tí Helen por tus comentarios, si, lo hecho hecho está y no hay vuelta de hoja, pero eso es vivir, dejar cosas en el borde del camino y seguir adelante con lo que consideramos es nuestra mejor mochila. Un abrazo muy, muy fuerte. Julita
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