jueves, 2 de enero de 2020

LA HOJA ROTA

Hemos empezado un nuevo año, 2020 se nos presenta con un montón de expectativas, nos corresponde a nosotr@s saber gestionarlas, tenemos unos cuantos días por delante hasta que nos llegue el siguiente año, así que debemos aprovecharlos.
Hoy publico un relato un poco ingenuo, pero no he considerarlo catalogarlo como infantil, no se lo que opinareis, sea como sea, aquí os lo dejo.
¡FELIZ 2020 A TOD@S!
Julita
  Ruth se asomó a la ventana de su habitación. Le gustaba mucho contemplar los árboles del jardín y ver cómo crecían y cambiaban cada día.
  Disfrutaba por la noche cuando la luna le hacía guiños a través de las hojas, y ella le respondía, pues pensaba que de esa forma se comunicaban.
  Cuando llegaba el momento de meterse en la cama para dormir, lo hacía tan contenta, que ningún mal sueño conseguía despertarla.
  Ese día, se extrañó al ver que una de las hojas de su árbol favorito, estaba rota. Sintió una punzada de dolor ¿Cómo podía ser? No le parecía posible ¿Cuándo habría ocurrido? ¡No pensaba permitirlo!
  Sin pensárselo dos veces, bajó corriendo las escaleras para dirigirse al sótano, donde sabía que su padre guardaba las herramientas.

  Su madre la recriminó. Le había dicho muchas veces que no le gustaba que saltase de esa forma los escalones. Un día se caería y se haría mucho daño.
  Pero Ruth no hizo caso de la advertencia ¡cómo solía hacer siempre! Tenía mucha prisa, ¡una hoja necesitaba urgentemente su ayuda!
  Adentrándose en la estancia, buscó y rebuscó hasta dar con lo que necesitaba. Una vez en su poder se lo puso en el bolsillo trasero de su pantalón y se encaminó a su árbol.
  Trepó por el tronco hasta que se encaramó en la rama que sostenía la hoja dañada. Aferrándose fuertemente con las piernas para mantener el equilibrio, pues sabía que si no tenía cuidado podría caerse y entonces sería ella la que acabaría lastimada,  y eso, era algo que no entraba en sus planes, sacó el rollo de cinta adhesiva y con mucho cuidado reconstruyó la hoja pegándola primero por una parte y después por la otra.
  Contemplando su trabajo se sintió satisfecha y entonces, guardándose de nuevo el rollo en el bolsillo para que no entorpeciera sus movimientos, bajó del árbol y se dirigió a su habitación para contemplarlo en la distancia.
  Asomándose a la ventana, buscó con la mirada la hoja, segura de dar con ella sin problema. Pero no fue así, ¡no estaba! Sacó la mitad de su cuerpo y entonces la vio en el suelo. Un golpe de viento la había arrancado haciéndola volar sin un rumbo fijo. Sin poder evitarlo, una lágrima rodó por su mejilla. 
  ¡En ese momento, Ruth fue consciente de que nuestra vida, al igual que la de la hoja, depende de cómo sople el viento que nos mece!

Julita San Frutos©

 

9 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusta este relato corto, como una fábula!

Beatriz Nadal Sanfrutos dijo...

Me gusta este relato corto, como una fábula!

Juli imagina historias dijo...

Me encanta que te guste Beatriz. Un beso muy fuerte. Julita

José Catalá dijo...

Es una verdad, como la vida misma, siempre estamos pendientes de un hilo que se puede romper en cualquier momento.

Juli imagina historias dijo...

Bueno, pensamos lo mismo y por eso he querido expresarlo con este relato. Gracias por tu comentario.

Marina dijo...

Adhiero a los comentarios anteriores. Es un bonito relato corto que marca la fragilidad de la vida. Todos los seres vivos somos efímeros y pendemos de un hilo que puede romperse en cualquier momento. Hay que aprovechar mientras se mantiene entero y fuerte ! Gracias Julita.

Juli imagina historias dijo...

Gracias Marina por tu comentario, parece que la gran mayoría pensamos igual, lo que pasa es que a veces se nos olvida, pero sí, pendemos de un hilo y que se rompa es sumamente fácil.

Helen Pi dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que se ha comentado anteriormente y, para darle otra visión al relato, te diré que me encanta que esta personita se preocupe tanto de la naturaleza y en concreto, de su árbol.
Ojalá todos los niños fueran tan maduros y se ocuparan con tanto amor y respeto del medio ambiente.
Seguro que a la vuelta de unos años teníamos un mundo mejor.

Un abrazo Julita.

Helen Pi

Juli imagina historias dijo...

Sí Helen, sería ideal que los niños se concienciasen del valor de la naturaleza y es labor de los adultos conseguirlo, el problema es que los mayores, en su mayoría no son conscientes de ello. Ojalá y esta visión cambie algún día, en beneficio de todos. Un abrazo. Julita