lunes, 19 de diciembre de 2016

El buho miope



 Hubo una vez en un bosque un búho al que todos los habitantes de los alrededores llamaban Ojines.
  ¿Por qué le pusieron ese nombre? ─Te preguntarás─ porque cuando miraba entornaba mucho los ojos, tanto, que casi llegaba a cerrarlos.
  Los búhos, como estoy segura que sabes, siempre tienen los ojos muy abiertos y por la noche aún los abren más, porque así distinguen todo lo que les rodea. Ese es el motivo por el que lo que hacía Ojines
les resultaba tan extraño a todos sus amigos.
─ ¿Por qué cierras tanto los ojos para mirar?
─Le preguntaban.
─ No los cierro, es que no consigo ver bien con ellos abiertos así que los entorno hasta casi cerrarlos, para fijarme mejor en las cosas.
  Pero los animales del bosque estaban muy preocupados porque nunca habían conocido a ningún búho al que le pasase lo que le ocurría a Ojines, así que un día decidieron reunirse para encontrar una solución. Hablaron y hablaron, pero no conseguían que se les ocurriese nada.
  Cuando ya llevaban más de media mañana dando cada uno su opinión, el conejito Rufo decidió tomar la palabra:
─ Todos los días, al caer la tarde, pasan por el bosque un padre y su hijo que vuelven a su casa para descansar. Los he estado observando y me parecen muy buenas personas, yo creo que a lo mejor ellos saben que se puede hacer.
  Todos estuvieron de acuerdo con la idea de Rufo; la verdad es que ninguno más  había  tenido otra. Pero claro, no era tan fácil; tenían que conseguir de alguna manera llamar la atención del padre y del hijo sobre Ojines.
  Así que de nuevo, ¡vuelta a pensar y pensar!
─ ¡Ya lo tengo!─habló de nuevo Rufo─ Tenemos que conseguir que Ojines se tumbe en el camino, un momento antes de que vayan a pasar, así creerán que está enfermo y se lo llevarán para curarle; estoy seguro de que en cuanto se fijen en él, se darán cuenta del problema.
─ Pero ¡no va a ser tan fácil convencer a Ojines para que se tumbe en medio del camino! sabéis que es muy cabezota.
 ─ Pues ¡tendremos que conseguirlo! ─dijo Rufo con todo el convencimiento de que fue capaz.
  Dieron por terminada la reunión y todos juntos se encaminaron en busca de Ojines. Le encontraron encima de su árbol favorito y como siempre, entornando los ojos para poder ver alrededor.
  Le explicaron la idea de Rufo, y sin dejarles siquiera terminar les dijo:
─ Ni hablar, ¿estáis locos? ¿Cómo voy a tirarme en medio del camino y fingir que estoy enfermo? Además, ¡yo no sé fingir!
─ Pues tú verás ─habló Rufo, que al fin y al cabo era el que había tenido la idea─ nosotros no sabemos como ayudarte con tu problema y no puedes seguir así, pero ellos seguro que si encontrarán una solución.
  Tanto le insistieron, que al final acabó por ceder; así que esa tarde se tumbó en el camino, como le habían dicho, justo un momento antes de que pasasen el padre y el hijo. 
  Todos sus amigos se escondieron entre los árboles para que no les viesen, pero de forma que ellos si pudiesen ver lo que iba a ocurrir ¡por nada del mundo querían perdérselo!
  Como Rufo había supuesto, al verle, el padre se agachó enseguida y con mucho cuidado le recogió del suelo y se lo llevaron.
  Cuando llegaron a su casa, le prepararon un cojín, para que estuviese cómodo y le observaron detenidamente para saber qué le pasaba.
  A Ojines no le habían dicho cuanto tiempo tenía que estar haciéndose el enfermo, así que cuando le pareció suficiente, decidió abrir los ojos muy despacio, como si se fuese encontrando mejor, pero claro, cuando quiso fijarse en el padre y el hijo, tuvo que entornarlos como tenía que hacer siempre.
  Al padre le pareció muy rara la forma en que el búho miraba (ellos no sabían su nombre, así que únicamente le llamaban Búho), por lo que decidió cogerle de nuevo y llevarle al veterinario.
  Con el primer vistazo, el médico ya tuvo muy claro el problema, así que les dijo:
─ ¡Este búho es miope!
  El padre y el hijo se miraron el uno al otro sin saber que hacer, nunca se habían encontrado con un caso semejante; por lo que le preguntaron:
─ ¿Qué se puede hacer?
─ ¿Habrá que ponerle gafas!
  Así que el veterinario le probó y le probó hasta que encontró unas que le resultaban perfectas y que con ellas Ojines no entornaba los ojos para mirar.
  Le acercaron a un espejo para que se mirase y se encontró tan guapo que enseguida pensó en lo que dirían sus amigos cuando le viesen.
  Sonrió lo mejor que pudo a sus tres nuevos amigos y quiso besarles, pero como no lo había hecho nunca, no tenía ni idea de cómo se hacía, así que lo único que se le ocurrió fue levantar las alas en señal de agradecimiento.
  El padre y el hijo volvieron al bosque y dejaron a Ojines en el suelo, enseguida voló hasta una rama y allí de nuevo les saludó levantando las alas.
  A partir de ese día, Ojines no volvió a entornar los ojos para mirar alrededor, ahora miraba con ellos muy abiertos, como hacían todos los búhos. Sus amigos, cuando fueron a saludarle, coincidieron con él en que estaba muy guapo con sus gafas.
  Ahora el nombre de Ojines ya no era tan adecuado a su nuevo aspecto, así que decidieron llamarle Gafitas. 
  Como es normal, Gafitas siguió viviendo en el bosque, pero todas las tardes esperaba subido en una rama a que pasasen el padre y el hijo, ellos le saludaban levantando la mano y él agitaba las alas mientras decía:

¡Uh! ¡Uh! ¡Uh! ¡Que es el saludo universal de los búhos!
            Julita San Frutos© 





 

4 comentarios:

José Catalá dijo...

Es precioso no se como tiene esa imaginación, es total, escribe muy bien, yo no se como no está ya publicando, claro, es que no tiene padrinos.

Rebekatalart dijo...

Una bonita historia sobre la colaboración y la resolución de problemas. Poniendo como base la hipotética confianza de los animales en el ser humano, por la que muchas personas luchan cada día, con la intención de ayudar y servir a la naturaleza.
Si este comportamiento se generalizara sería maravilloso.
Gracias por mostrarlo de un modo tan ameno.

Juli imagina historias dijo...

Gracias por decir que resulta ameno, espero que todos los demás también lo sean.

Juli imagina historias dijo...

Me alegro que te guste y al menos me pueden leer por aquí.