Se nos acaba el verano, sobre todo tenemos esa sensación porque llevamos unos días nublados y con lluvia, cosa que por otra parte nos hacía mucha falta y en realidad, sin ser verdaderamente consciente de ello, quizá lo esperábamos y deseábamos.
Es posible que alguno de vosotros haya acabado las vacaciones, pero otros aún las están disfrutando o las disfrutarán.
Sea como fuere, os habéis asomado a estas páginas y espero que este nuevo cuento os guste.
Julita
Hace unos años, en un pueblo muy bonito del
centro de España, vivía un niño que se llamaba Pedro, pero como era muy
pequeño, todos, incluida su familia, le llamaban Pedrito.
Sus padres eran muy pobres, tanto, que a
veces les costaba mucho conseguir comida para sus hijos y para ellos, por eso
desde el momento en que Pedrito se dio cuenta de la situación, se prometió a si
mismo que haría todo lo posible para que cuando fuese mayor pudiese ayudarles y
que no volviesen a pasar tantas penurias.
Sabía que lo más importante para él era ir a
la Escuela, pues si no aprendía,
nunca podría tener un trabajo que le permitiese llevar a cabo su idea; pero
cuando se lo decía a sus padres, le contestaban que no era posible, pues no
podían pagar las clases y además necesitaban que les ayudase en las tareas del
campo, ya que Pedrito era el hermano mayor.
Un día se presentó en la Escuela y le contó
al maestro su problema y su sueño. El
maestro, conmovido por lo que Pedrito
le contaba, decidió enseñarle por su cuenta. Así que todos los días, cuando
acababa de ayudar a sus padres, iba con mucha ilusión a sus clases.
Así, poco a poco aprendió las letras, después supo cómo se unían para
poder formar una palabra y como se
colocaban las palabras para hacer una frase.
Por fin ¡aprendió a leer!, pero
también a sumar, a restar…; incluso supo situar a España en
el mapa.
Un día se encontraba sentado en un banco de
la plaza, cuando vio un camión muy grande parar delante del edificio donde,
encima de la puerta, se podían ver estas letras:
C
I N E
Desde que había aprendido a leer sabía que
querían decir Cine, pero no había
preguntado a su maestro por el significado.
Tan absorto estaba contemplando a unos
señores que descargaban del camión unos aparatos muy extraños y los metían en
el edificio, que no se dio cuenta de que la plaza se había llenado de gente y
que un señor se había sentado en el banco a su lado.
Solamente al oír una voz que decía:
─ ¡Qué
bien, nos van a poner Cine!
Salió de su ensimismamiento y fue cuando vio
al caballero sentado junto a él que con voz muy amable le preguntaba:
─ ¿Te
gusta el Cine?
─ No lo
sé ─se atrevió a contestarle─ no lo he visto nunca, únicamente he aprendido a
leer la palabra al verla escrita sobre la puerta, pero no tengo idea de lo que
significa.
─
¿Quieres que te lo explique?
─ Si,
¡por favor señor!, ¡me gustaría mucho!
─ El Cine es: ─comenzó a explicarle─ «El Arte
de hacernos ver las Historias››.
Eso significa que unas personas leen un libro, se imaginan como sucede todo lo
que han leído y después llaman a otras a las que se lo explican para que lo
interpreten. Entonces ellos cogen una cámara y filman todo lo que los demás están
interpretando.
Filmar es como hacer muchas fotografías
seguidas para conseguir que las imágenes se muevan.
Cuando acaban, repasan todas esas imágenes y
con ellas hacen una película, que es lo que vemos en el Cine. Después de esta
explicación ─siguió diciéndole─ quiero que me acompañes.
Pedrito no sabía qué hacer, sus padres le
habían dicho muchas veces que no se fuese con extraños, pero había algo en la
mirada de ese señor que le hacía confiar en él. Así que le dio su mano, el
caballero la cogió con la suya y le condujo dentro del edificio llamado CINE.
Lo primero que vio en aquel gran salón,
fueron muchas hileras de sillas y al fondo una sábana blanca que cubría toda la
pared.
─ En
estas sillas que ves ─le dijo su nuevo amigo─ se sientan todas las personas que
vienen a ver la película y en esa gran sábana es donde se proyecta, sin ella no
se podría ver. Para que puedas comprenderlo mejor y verlo con tus propios ojos,
ven esta tarde con tu familia y así no hace falta que te siga contando nada
más.
─ Pero… no
puedo…, no tengo dinero para comprar la entrada. ─dijo Pedrito animándose a
mirarle a los ojos.
─ No
importa que no tengas, ─le contestó el señor al que ya consideraba su amigo─
venir que yo os estaré esperando en la puerta.
Cuando llegó a su casa se lo contó a sus
padres y aunque no sabían si creerse la historia que les estaba relatando, como
le vieron tan contento, no supieron decirle que no. Así que a la hora
convenida, fueron todos al Cine. El señor, tal y como le había prometido a
Pedrito, estaba en la puerta para recibirles, les saludó muy efusivo y
personalmente les acompañó a sus asientos.
Cuando acabó la película, Pedrito estaba tan
contento, que salió corriendo para dar las gracias a su amigo, pero al
traspasar la puerta, un hombre le paró peguntándole donde iba con tanta prisa.
─ ¡Quiero
darle las gracias a ese señor que está ahí! ─dijo casi a gritos y saliendo las
palabras de su boca a trompicones.
─ No
puedes acercarte a él, ¡es el dueño de todo esto!
─ Es que…
¡es mi amigo!
El hombre
le miró extrañado y Pedrito se quedó parado sin saber qué más podía argumentar,
pero en ese momento el caballero se giró y al verle se acercó dónde estaba.
─ ¿Qué te
ha parecido?
─ Me ha
gustado mucho y he aprendido un montón de cosas.
Los padres también se acercaron para saludarle y darle las gracias. Entonces el señor
les dijo que quería que cuando Pedrito fuese lo suficiente mayor para poder
trabajar, quería que le ayudase con sus negocios. Para conseguirlo, él se haría
cargo de sus estudios. Y además, mientras llegaba ese momento, les aseguró que
nunca más les faltaría un plato de comida que llevarse a la boca.
Este señor cumplió su promesa y cuando Pedrito
pasó a llamarse Pedro, fue a buscarle, le contrató y desde ese momento
fue Pedro quien cuidó de su familia.
Ahora cuando cuenta su historia a todo el que quiere escucharle, siempre dice
lo mismo:
«“El Cine
cambió mi vida y yo haré todo lo posible por cambiar la de otros”››
Julita San Frutos ©

4 comentarios:
Hola Juli. Muy intersante el cuento. Una historia conmovedora con un final de cine y feliz.
Un abrazo
Gracias por leerlo y que además te guste.
Una vez más, este cuento de Julita invita a la reflexión y te llena el espíritu de sentimientos positivos. Ver y escuchar a los demás te hace ser mejor. Ayudarles te enriquece.
Me gusta mucho tu comentario, sobre todo lo de escuchar a los demás, creo que no se hace muy a menudo. Gracias.
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