jueves, 31 de agosto de 2017

El Cine

Se nos acaba el verano, sobre todo tenemos esa sensación porque llevamos unos días nublados y con lluvia, cosa que por otra parte nos hacía mucha falta y en realidad, sin ser verdaderamente consciente de ello, quizá lo esperábamos y deseábamos.
Es posible que alguno de vosotros haya acabado las vacaciones, pero otros aún las están disfrutando o las disfrutarán.
Sea como fuere, os habéis asomado a estas páginas y espero que este nuevo cuento os guste.
Julita
  Hace unos años, en un pueblo muy bonito del centro de España, vivía un niño que se llamaba Pedro, pero como era muy pequeño, todos, incluida su familia, le llamaban Pedrito.

  Sus padres eran muy pobres, tanto, que a veces les costaba mucho conseguir comida para sus hijos y para ellos, por eso desde el momento en que Pedrito se dio cuenta de la situación, se prometió a si mismo que haría todo lo posible para que cuando fuese mayor pudiese ayudarles y que no volviesen a pasar tantas penurias.



  Sabía que lo más importante para él era ir a la Escuela, pues si no aprendía, nunca podría tener un trabajo que le permitiese llevar a cabo su idea; pero cuando se lo decía a sus padres, le contestaban que no era posible, pues no podían pagar las clases y además necesitaban que les ayudase en las tareas del campo, ya que Pedrito era el hermano mayor.
  Un día se presentó en la Escuela y le contó al maestro su problema y su sueño. El maestro, conmovido por lo que Pedrito le contaba, decidió enseñarle por su cuenta. Así que todos los días, cuando acababa de ayudar a sus padres, iba con mucha ilusión a sus clases.
  Así, poco a poco aprendió las letras, después supo cómo se unían para poder formar una palabra y como se colocaban las palabras para hacer una frase. Por fin ¡aprendió a leer!, pero también a sumar, a restar…; incluso supo situar a España en el mapa.
  Un día se encontraba sentado en un banco de la plaza, cuando vio un camión muy grande parar delante del edificio donde, encima de la puerta, se podían ver estas letras:
C  I  N  E
  Desde que había aprendido a leer sabía que querían decir Cine, pero no había preguntado a su maestro por el significado.
  Tan absorto estaba contemplando a unos señores que descargaban del camión unos aparatos muy extraños y los metían en el edificio, que no se dio cuenta de que la plaza se había llenado de gente y que un señor se había sentado en el banco a su lado.
  Solamente al oír una voz que decía:
─ ¡Qué bien, nos van a poner Cine!
  Salió de su ensimismamiento y fue cuando vio al caballero sentado junto a él que con voz muy amable le preguntaba:
─ ¿Te gusta el Cine?
─ No lo sé ─se atrevió a contestarle─ no lo he visto nunca, únicamente he aprendido a leer la palabra al verla escrita sobre la puerta, pero no tengo idea de lo que significa.
─ ¿Quieres que te lo explique?
─ Si, ¡por favor señor!, ¡me gustaría mucho!
─ El Cine es: ─comenzó a explicarle─ «El Arte de hacernos ver las Historias››. Eso significa que unas personas leen un libro, se imaginan como sucede todo lo que han leído y después llaman a otras a las que se lo explican para que lo interpreten. Entonces ellos cogen una cámara y filman todo lo que los demás están interpretando.
  Filmar es como hacer muchas fotografías seguidas para conseguir que las imágenes se muevan.
  Cuando acaban, repasan todas esas imágenes y con ellas hacen una película, que es lo que vemos en el Cine. Después de esta explicación ─siguió diciéndole─ quiero que me acompañes.
  Pedrito no sabía qué hacer, sus padres le habían dicho muchas veces que no se fuese con extraños, pero había algo en la mirada de ese señor que le hacía confiar en él. Así que le dio su mano, el caballero la cogió con la suya y le condujo dentro del edificio llamado CINE.
  Lo primero que vio en aquel gran salón, fueron muchas hileras de sillas y al fondo una sábana blanca que cubría toda la pared.
─ En estas sillas que ves ─le dijo su nuevo amigo─ se sientan todas las personas que vienen a ver la película y en esa gran sábana es donde se proyecta, sin ella no se podría ver. Para que puedas comprenderlo mejor y verlo con tus propios ojos, ven esta tarde con tu familia y así no hace falta que te siga contando nada más.
─ Pero… no puedo…, no tengo dinero para comprar la entrada. ─dijo Pedrito animándose a mirarle a los ojos.
─ No importa que no tengas, ─le contestó el señor al que ya consideraba su amigo─ venir que yo os estaré esperando en la puerta.
  Cuando llegó a su casa se lo contó a sus padres y aunque no sabían si creerse la historia que les estaba relatando, como le vieron tan contento, no supieron decirle que no. Así que a la hora convenida, fueron todos al Cine. El señor, tal y como le había prometido a Pedrito, estaba en la puerta para recibirles, les saludó muy efusivo y personalmente les acompañó a sus asientos.
  Cuando acabó la película, Pedrito estaba tan contento, que salió corriendo para dar las gracias a su amigo, pero al traspasar la puerta, un hombre le paró peguntándole donde iba con tanta prisa.
─ ¡Quiero darle las gracias a ese señor que está ahí! ─dijo casi a gritos y saliendo las palabras de su boca a trompicones.
─ No puedes acercarte a él, ¡es el dueño de todo esto!
─ Es que… ¡es mi amigo!
   El hombre le miró extrañado y Pedrito se quedó parado sin saber qué más podía argumentar, pero en ese momento el caballero se giró y al verle se acercó dónde estaba.
─ ¿Qué te ha parecido?
─ Me ha gustado mucho y he aprendido un montón de cosas.
  Los padres también se acercaron para saludarle y darle las gracias. Entonces el señor les dijo que quería que cuando Pedrito fuese lo suficiente mayor para poder trabajar, quería que le ayudase con sus negocios. Para conseguirlo, él se haría cargo de sus estudios. Y además, mientras llegaba ese momento, les aseguró que nunca más les faltaría un plato de comida que llevarse a la boca.
  Este señor cumplió su promesa y cuando Pedrito pasó a llamarse Pedro, fue  a buscarle, le contrató y desde ese momento fue Pedro quien cuidó de su familia. Ahora cuando cuenta su historia a todo el que quiere escucharle, siempre dice lo mismo:

         «“El Cine cambió mi vida y yo haré todo lo posible por cambiar la de otros”››

         Julita San Frutos ©
 

4 comentarios:

Vegano de Olocau dijo...

Hola Juli. Muy intersante el cuento. Una historia conmovedora con un final de cine y feliz.
Un abrazo

Juli imagina historias dijo...

Gracias por leerlo y que además te guste.

Experiencia, dijo...

Una vez más, este cuento de Julita invita a la reflexión y te llena el espíritu de sentimientos positivos. Ver y escuchar a los demás te hace ser mejor. Ayudarles te enriquece.

Juli imagina historias dijo...

Me gusta mucho tu comentario, sobre todo lo de escuchar a los demás, creo que no se hace muy a menudo. Gracias.