lunes, 1 de junio de 2020

UNA SITUACIÓN EXTRAÑA

1 de junio de 2020. Llevamos ya unos cuantos días del estado de alarma por la Covid-19, no se exactamente cuántos pues creo que he perdido la cuenta, pero hoy quiero publicar un cuento que se me ocurrió cuando aún estábamos en confinamiento total y mientras observaba el comportamiento de nuestros gatos, así que aquí lo dejo para que lo podáis leer y opinar sobre él todo lo que os parezca.
Un saludo.
Julita

  Llevo unos cuantos días notando en mis amos una actitud extraña, lo he comentado con mi hermana Nube y ella está de acuerdo conmigo. No se van de casa para nada y, al principio, se pusieron a limpiar como locos.

  Pensábamos que iban a acabar mal pues no paraban de ir de aquí para allá y de allá para aquí, armados con todos los utensilios necesarios para poder llevar a cabo su afán de limpieza. Yo, quería jugar con ellos como hago muchas veces y por eso me escondía en los armarios o dentro de las camas pero, al final, no tenía más remedio que irme al jardín y dejarles trabajar, pues tropezaban conmigo continuamente y me recriminaban diciéndome:

—¡Ya está bien Blaqui, no podemos limpiar contigo!

 Menos mal que esa fiebre se les pasó, pero desde entonces, Nube no para de decirme que está harta pues, como se pasan el tiempo dando vueltas por el jardín, tanto ella como él, la pobre no puede cazar las Lagartijas ni los Dragones que se encuentra y que es algo que le encanta, pues en cuanto se dan cuenta de lo que está haciendo, se los quitan y los esconden en algún lugar al que le resulta imposible acceder.

  A mí eso no me preocupa mucho, yo no soy muy de cazar, pero eso sí, me gusta jugar con los animalitos que trae. Lo pasamos fenomenal, la pena es que no duran mucho y no sé porqué, quizá sea porque somos un poco brutos jugando. Bueno, en eso también me gana ella,yo soy un poco más suave, al menos es lo que comentan mis amos cuando me dejo acariciar y me coloco en sus piernas ronroneando.

  A los dos nos encanta salir de la casa por la gatera y, cruzando entre los cipreses de la valla, nos dirigimos a los demás jardines que nos rodean, así ampliamos un poco más nuestras experiencias. Como ya llevamos aquí casi dos años, pues vinimos poco después de nacer, hemos conseguido aprender, a base de golpes y experiencias negativas, en los que podemos entrar y en los que no, pero, cuando este comportamiento extraño empezó, nos quedamos expectantes pensando qué era lo que podía ocurrir y, por eso, empezamos a no distanciarnos mucho de ellos. Total que hemos cambiado nuestra costumbre de salir a explorar lugares diferentes, para acompañarles en sus vueltas por el jardín y dormir de forma que, cada vez que abrimos los ojos, no se encuentren lejos de nuestra vista.

  Desde entonces, cuando no los veo, se me hace un nudo en el estómago y me pongo a maullar como un loco hasta que oigo sus voces llamándome. Mi hermana, como siempre tiene que hacerse la lista, me dice que soy un exagerado, que no es para tanto, pero es algo que no puedo evitar.

  El otro día, me di cuenta de que ella también los va buscando, pues cuando subí a la buhardilla, que es donde suelen estar más durante el invierno, la encontré durmiendo en el sillón que suele ocupar mi amo. No quise decirle nada, pues seguro que hubiese tenido una respuesta preparada y, eso me da mucha rabia pues debe de significar que es más lista.

  Siempre, cuando se sientan en la cocina para desayunar, yo me coloco en una de las banquetas que quedan vacías y en la otra, pues hay cuatro, se sube mi hermana; nuestra idea es conseguir que nos den algo de lo que nos gusta de la comida que están comiendo, sobre todo jamón de york que es nuestro preferido, pero desde esta situación extraña, lo hacemos en cualquiera de las comidas que llevan a cabo, aunque pensemos que resultamos un poco pesados. Si no nos gusta nada de lo que hay encima de la mesa, esperamos pacientes hasta que conseguimos que mi ama se levante; coja el bote donde los guarda (que conocemos perfectamente) y nos dé uno de los palitos que compran y que están súper buenos. Si insistimos mucho, conseguimos que nos de dos e, incluso a veces, nos ha dado tres.

  Por eso, no paro de pensar que, si esta situación acaba y tenemos que volver a lo que hacíamos antes, no tengo claro si seremos capaces de hacerlo, pues son muchos días los que llevamos. Quizá a mi hermana le gustará, pues podrá volver a sus cacerías cada vez que no se encuentren en casa, o quizá no, pues es posible que se haya vuelto más cómoda. En fin, tendré que comentarlo con ella.

Julita San Frutos©

6 comentarios:

Marina dijo...

Muy bueno, muy simpático ! Conociendo a los dos protagonistas, me ha hecho mucha gracia. Un soplo de ligereza bienvenido en estos tiempos revueltos y una excelente interpretación de las actitudes de los dos hermanos de 4 patas que comparten vuestra vida.

Helen Pi dijo...

Muy simpático Juli. Después de lo tristes que nos quedamos con el relato anterior, éste es divertido.
Y aunque los animales no hablan nuestro idioma,¡hay que ver cómo se hacen entender!
Por mi casa también han pasado varios gatos y sólo te puedo decir que son muy bonicos. Aquí nos encantan.
Un besito.
Helen.

Juli imagina historias dijo...

Gracias Marina, la verdad es que he querido poner una pequeña nota de humor en estos días que nos tocan vivir y por sus expresiones se podía adivinar lo que pensaban. Un abrazo. Julita.

Juli imagina historias dijo...

Si Helen, después del de el mes pasado, he preferido que este contase con un poco de humor.
Tienes razón que los animales no hablan, pero como le digo a Marina, por las expresiones te das cuenta de lo que piensan.
Un abrazo también para tí.
Julita

Rebekatalart dijo...

Me ha encantado, me los imaginaba pensando qué podría pasar para que una pareja de "amo" y ama" tan activa, estuviera tanto tiempo sin salir de casa.

Juli imagina historias dijo...

Ja,ja,ja sí, es verdad, estaban muy extrañad@s.