lunes, 3 de julio de 2017

Tres primos, tres gatas y un perro

Un nuevo mes y una nueva publicación, continúo haciéndolo con un relato infantil.
 Este cuento y aún a sabiendas de que me repito, tengo que decir que me gusta mucho, pues al hecho de haberlo escrito (dato de por sí importante), se une el que los protagonistas seamos: "mis nietos, mis animales y yo misma".
Espero que seáis de mi opinión.
Julita


─ ¡Esto es una casa de locos! ─Chilló la abuela sin poder contenerse ─ ¿Podéis parar un poco? ¿No es posible que juguéis sin armar tanto escándalo?
  Los 7 se quedaron parados en seco, era la primera vez que oían a la abuela dar unos gritos semejantes. El perro dejó de ladrar, las gatas no maullaron y los tres niños de pie, sin atrever a moverse, la miraban con espanto.

  La abuela se dejó caer en la mecedora, apoyó la cara en las manos y dejó que todo su cuerpo se calmase ¡Estaba cansada, muy cansada!
  Los niños salieron de puntillas de la habitación, detrás de ellos el perro. Las gatas, que se habían escondido muertas de miedo, asomaron sus cabezas muy despacio para comprobar si el ambiente se había tranquilizado.
  Fue una pequeña tregua, pues el perro, que debió de oír algún ruido, ya que se puso a ladrar como un loco, salió al jardín a la velocidad de un cohete.
  Los niños corrieron tras él y las gatas se apartaron a un lado para dejarlos pasar.
  La abuela pensó que era imposible, no iba a conseguir tener un rato de tranquilidad, pero lo que ella no sabía es que los niños ya habían sujetado al perro y le tapaban el hocico para que no siguiese ladrando.
  Fueron únicamente unos cinco o seis minutos los que permanecieron en silencio, pero los suficientes para que la abuela, cansada como estaba, se quedase dormida meciéndose lentamente.
  Las gatas salieron al jardín para darles la noticia. Entonces, tratando de jugar sin hacer demasiado ruido, para que la abuela pudiese dormir, decidieron sentarse formando un corro y jugar a que cada uno contase lo que más les gustaría ser.
  La gata más mayor, fue la primera en hablar:
─ ¡A mí, me gustaría ser una araña!, tejería grandes telas para poder atrapar toda clase de insectos, de esa forma, nunca pasaría hambre.
  Las otras dos gatas más pequeñas, que eran hermanas, quisieron hablar a la vez, pero era imposible entenderlas, porque armaron tal guirigay que los demás no conseguían saber qué era lo que decían.
─ Vamos a ver, no estamos entendiendo nada de lo que decís ¿no podéis hablar primero una y después la otra? ─dijo el niño.
─ Claro, y ¿quién habla primero yo, o mi hermana?
─ No lo sé ─dijo la mayor de las niñas─ que hable la más mayor primero y después la otra.
─ Vaya, ¡listilla! ─continuó chillando Linda─ nacimos a la vez, así que somos iguales.
─ ¡Pues menudo lío! ─exclamó la niña más pequeña─ tengo una idea, ¿por qué no lo echamos a cara o cruz?
  Todos estuvieron de acuerdo en que era lo mejor que podían hacer, así que eso fue lo que decidieron. Pero había un pequeño problema y era que tenían que ir a por una moneda y además sin hacer ruido para no despertar a la abuela. Así que le tocó ir a Linda, que como he dicho era una de las dos gatas hermanas, pero a ella era a la que mejor se le daba coger cosas en silencio.
  Cuando volvió con la moneda, el niño la cogió para echarla al aire; pero claro, primero tuvo que preguntar cuál de ellas quería cara y cual quería cruz. Cruzaron los dedos para ver si conseguían que se pusiesen pronto de acuerdo, pues ya estaban pensando que no iban a acabar nunca, pero esta vez tuvieron suerte, porque no discutieron y lo decidieron enseguida.
  Le tocó empezar a Cósmica, porque salió cruz que era lo que había elegido; lo que pasó es que tuvieron que recordarle qué era lo que tenía que explicar, pues con tanta discusión, ya se le había olvidado.
─ Yo quisiera ser perro ─dijo─ para que me metiesen en una cápsula de esas que mandan a la Luna y poder verla de cerca, a los gatos no nos mandan nunca.
─ Yo ─dijo Linda─ me gustaría ser una aspiradora, pues de esa forma, podría recoger todo lo que me encontrase por el suelo, que es lo que más me gusta.
  La miraron extrañados por la contestación, pero pensaron que al fin y al cabo cada uno podía decidir ser lo que quisiese.
─ ¿Y tú Hayku? ─Le preguntaron al perro.
─ A mí me gusta ser perro, la verdad es que me va muy bien tal y como soy.
  Les llegó el turno a los tres primos, así que los cuatro animales estaban muy pendientes de ellos para oír lo que iban a decir.
  Fue la mayor la que empezó, pues era lo que había propuesto antes cuando las dos gatas hermanas se pusieron a discutir:
─ Me gustaría ser astronauta, acompañaría a Cósmica a la Luna y cuando estuviésemos encima de ella, le pediríamos que no deje jamás de alumbrarnos, que esté siempre donde la podamos ver para que por la noche nunca tengamos miedo.
─ A mí  ─dijo el niño─ me gustaría ser conductor de ambulancias y de camiones de bomberos, así acudiría enseguida a donde me necesitasen, sería el más rápido de todos.
─ Pues a mí ─dijo la más pequeña─ me gustaría ser una mecedora, porque mecería a mi abuela para que se quedase tranquila y descansase.
  La abuela, que sin que ellos la hubiesen visto, estaba de pie en la terraza escuchando todo lo que decían, al oír las palabras de sus nietos, no pudo evitar que una lágrima le resbalase por la mejilla.
  Disimulando y haciendo como si acabase de salir, los llamó para merendar; acudieron corriendo y tropezando con los escalones, así que poniéndose delante de ellos para frenar la carrera, les preguntó:
─ ¿Cómo puede ser que siendo los niños más maravillosos que conozco y teniendo tan buen corazón, seáis capaces de armar tanto lío que me volvéis loca?
─ Bueno ─contestaron todos a la vez─ es que somos niños y si no lo hiciésemos dejaríamos de serlo.
  La abuela pensó que tenían razón y no tuvo más remedio que reconocer que: ¡Los niños y los animales son mucho más inteligentes de lo que nos creemos!

          Julita San Frutos©

7 comentarios:

José Catalá dijo...

Me ha gustado mucho el cuento y sobre todo, como dices, que se trata de nuestros nietos, animales y tú, la abuela. Un abrazo.

Vegano de Olocau dijo...

Hola. Soy Enrique. Muy bonito el cuento. Interesante y con transfodo
Un saludo

Juli imagina historias dijo...

Gracias Enrique, no sabes como me alegro de que te guste!

Experiencia, dijo...

Un cuento muy ameno y que, una vez más, conlleva excelentes enseñanzas.

Juli imagina historias dijo...

Gracias Experiencia por tu comentario y gracias a Jose porque no se las dí en su día.

Conchin dijo...

Julita, he empezado ahora a leer tus cuentos y relatos y creo que me voy a enganchar me estan gustando mucho

Juli imagina historias dijo...

Me alegro mucho de que te gusten y de tenerte entre las personas que los leen, procuraré seguir escribiendo mientras pueda. Un abrazo.