miércoles, 31 de mayo de 2017

El niño que perdió su deseo

Esta vez pongo un nuevo cuento con el que quizá intento explicar una forma diferente de sentir la felicidad.
Julita
  Esa mañana, cuando Paquito se despertó, se dio cuenta de que algo le faltaba, estaba seguro de que cuando se acostó la noche anterior lo tenía. ¿Qué había pasado? Recordó que cuando su madre le mandó a la cama, se fue con una gran decisión; Iba a soñar con él, con su deseo y así lo haría grande. Pero… ¡No estaba! ¿Qué podía hacer? ¡No podía haberlo perdido! ¡Era incapaz de pensar en esa posibilidad!

lunes, 8 de mayo de 2017

LOS SILENCIOS

Si los silencios se convirtiesen en palabras,
serían los más dulces de escuchar.
Julita San Frutos. enero 2017

LA MANO AMIGA

Nos adentramos en la vida,
sin saber muy bien nadar,
por eso, si nos tienden una mano,
no la deberíamos soltar.
Julita San Frutos. febrero 2017

domingo, 7 de mayo de 2017

MADRE


La soñé y se hizo realidad,
la llamé y acudió a mi lado,
y cuando las manos extendí,
entre las suyas se alojaron.

Siempre que enferma me sentí,
su sola presencia me sanó.
Las veces que amarga lloré,
mis lágrimas, húmedas y tristes,
con sus dulces besos enjugó.

En sus brazos me refugio,
siempre que me acosa la duda,
buscando ávida su mirada
y haciendo sus palabras mías.

Y cuando con mis labios,
su dulce nombre pronuncio,
siempre digo:
¡Es mi madre!
¡En la que aún me acurruco!

                                                Julita San Frutos© mayo 2017

martes, 2 de mayo de 2017

LA OBSESIÓN

Un nuevo mes y una nueva publicación, pero esta vez voy a cambiar el tema y en lugar de ser un relato infantil, se trata de un relato simplemente, para todo el que quiera leerlo. Espero, como me pasa siempre, que os guste.
Julita

  
  Esa tarde, como tantas otras desde hacía ya un tiempo, Irene se encontraba en la salita de su casa ocupada en su labor. Con ella, y también enfrascadas en sus propias labores, estaban su madre y su tía.

  Sentía la mirada de su progenitora pendiente de cada uno de sus movimientos y no podía evitar darse cuenta de que un halo de tristeza la invadía. De que las lágrimas estaban a punto de asomar a sus ojos y de que todo el sufrimiento que trataba de ocultar era por su culpa, ¡cuánto la había decepcionado!