Uno de agosto de 2024, llevamos unos días con un calor impresionante, pero es lo que hay y no nos queda otra que soportarlo, yo, como no podía ser de otra manera, hoy publico un relato de esos que se me ocurren en algún momento en que me encuentro ociosa.
Se titula, como he puesto, MANOREANDO y lo que intenté hacer fue que en un pequeño escrito apareciese la palabra mano todas las veces que me fuese posible y este es el resultado.
Que paséis un buen mes, de vacaciones para muchos.
Julita
Alargué mi mano para agarrar la que me ofrecía aquel perro que me miraba fijamente con una cara de súplica difícil de ignorar, sin darme cuenta de que a mano derecha de él se encontraba su dueño, al que no parecía hacerle gracia mi intromisión.
Disimulando se la solté y acerqué la mía a los ojos para darme cuenta de que en ese momento la manecilla de mi reloj marcaba casi las doce de la tarde, por lo que, dándoles la espalda, me dirigí a mano izquierda para apresurarme a llegar a mi casa, ya que por esa parte el camino es más corto, donde me esperaba un gran bote de pintura con el que tenía que dar la última mano a las paredes del comedor.
Sabía que, si me apresuraba, tendría tiempo de preparar a continuación en el mortero y con la ayuda de la mano del almirez, la salsa que mi madre quería utilizar para la comida. Ella, mi madre, siempre me decía que tenía muy buena mano para la cocina, pero yo no conseguía pasar de pequeños guisos sin demasiadas complicaciones. La mayoría de las veces acababa teniendo que echarme una mano para acabar lo que había comenzado con tanto entusiasmo.
Al doblar una esquina me tropecé con una mano ingente de personas que se habían congregado para limpiar las calles del pueblo, ya que debían de quedar impolutas para los próximos juegos florales.
Una de ellas levantó su mano derecha para indicarme que no debía de pasar por allí porque, si lo hacía, les importunaría y retrasaría su trabajo, así que no tuve más remedio que dar un rodeo, lo que me retrasó la llegada a casa.
Cuando por fin llegué, mi madre se empeñó en que le diera mi parecer sobre la mano de plátanos, frutas y verduras que había comprado, lo que hizo que no tuviese más remedio que saltarme la pintura del comedor para poder enfrascarme en la preparación de la salsa que, según ella, no estaría a tiempo si me demoraba más.
Después de comer no pude evitar dejarme caer en el sillón bastante cansado para tratar de relajarme. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que la palabra mano no había dejado de acompañarme en todas las actividades que había desarrollado durante todo ese día y que aún me quedaba ser la mano derecha de mi madre cuando nos pusiésemos a jugar a las cartas, como hacíamos muy a menudo, aparte quizá de otras muchas acepciones que lo más seguro era que se me añadirían antes de que llegase la noche.
Julita San Frutos©

6 comentarios:
Increíble la cantidad de usos que puede tener la "mano"! Manoreando, o manoseando: dos acepciones con distinto significado, además de maniobrar, manipular, manejar... Y cuántas otras!
La mano, tan importante, cuidémosla.
Interesante ese pequeño relato que, una vez más, nos invita a la reflexión.
Pues sí Marina y dejé ahí el relato para no cansar, pero estoy segura de que hubiese encontrado más definiciones.
Gracias.
Como siempre Juli me ha fascinado. Que cierto es que las manos no nos damos cuenta de lo valorosas que son y todo lo que se puede hacer con ellas y más. Yo, me quedé pensando y analizando el misterio que tienen. Juli, no dejes de deleitarnos con tus relatos. Un abrazo muy muy fuerte ❤️❤️❤️❤️❤️🍀🍀🍀💋💋💋💋💋💋
Muchas gracias Tere, como siempre, por tu comentario y por darme ánimos para seguir escribiendo y publicando.
Un abrazo muy fuerte.
Julita
Las gracias siempre a ti, para mi es un orgullo leer todos tus relatos. Gracias y mil veces gracias🤗🤗🤗🤗♥️♥️♥️♥️
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