martes, 1 de noviembre de 2022

UNA MALA IDEA

 Uno de noviembre de 2022, en muchas ocasiones lo digo pero no puedo evitar pensar lo aprisa que pasa el tiempo, queda poco para Navidad y para recibir un nuevo año que desearemos sea mejor que el que acaba pero que no estaremos seguros de que sea así.

En fin, el relato de hoy tomó forma por la palabra "vituperar" que fue la que nos propuso en un momento dado nuestra profesora de Escritura Creativa y aquí os lo dejo para que podáis juzgarlo.

Julita

  El camino era estrecho y pedregoso, resultaba imposible que dos personas anduvieran por él juntas, así que me encaminé, con bastante cautela, a la orilla del río en la que quería descansar y, por supuesto, también deseaba darme un baño en sus cristalinas aguas. Me habían dicho que el paisaje que desde él se divisaba era espectacular.

  Cuando llevaba recorridos bastantes metros empecé a pensar que hasta el momento no solamente no conseguía divisar el río, sino que ni siquiera escuchaba el rumor del agua al recorrer el cauce. El paseo me estaba resultando un tanto agobiante, no sabía dónde me encontraba exactamente, no me había cruzado con ningún ser vivo, aunque no estaba segura de si eso era mejor o peor y, por si fuese poco, escuchaba sonidos extraños a mi alrededor, pero me había propuesto llegar hasta el final desoyendo los consejos de mis padres quienes me habían insistido en que cejase en mi cabezonería y me dejase acompañar y ¡eso era lo que iba a hacer!

  Quería demostrarles que soy muy capaz de conseguir lo que me propongo, estaba cansada de que me considerasen la niña de la familia a la que hay que cuidar y mantener debajo del ala, pero en el fondo de mi cerebro sabía que no había sido una buena idea, yo no soy una persona ni muy valiente ni muy decidida y esa imagen deseaba cambiarla.

  De cuando en cuando, giraba la cabeza a derecha e izquierda, incluso miraba detrás de mí para estar segura de que no hubiese nadie que me siguiera.

  Me encontraba rodeada de maleza y las ramas de los árboles, al rozarme, me daban la impresión de no estar completamente sola, cosa que contribuía a alterarme aún más.

  Llegó un momento en que me encontré dispuesta a volver sobre mis pasos, dejar la excursión para más adelante, cuando mi mente y mi cuerpo estuviesen en un estado más óptimo. Así que me dispuse a buscar un lugar donde poder sentarme y reflexionar ya que no quería precipitarme en la decisión pues, al fin y al cabo, fue mucho lo que me costó poder llevarla a cabo y, por otra parte daría la razón a mis padres, cosa que no entraba en mis planes.

  Menos de cinco minutos llevaba con mis nalgas asentadas en una gran piedra que se encontraba al borde de aquél camino estrecho y solitario, cuando noté una mano que se apoyaba en mi hombro. En ese momento reaccioné como empujada por un resorte poniéndome en pie, a la vez que me giraba y, con mi mano derecha asía la mochila que había cargado durante todo el tiempo, que por cierto pesaba bastante, estampándosela con todas mis fuerzas al individuo que había osado tocarme, haciéndole caer con gran estrépito.

  Emitió un sonido sordo y quedó semiinconsciente. Entonces me di cuenta de que se trataba de mi hermano y el pobre, mientras se sujetaba la cabeza con ambas manos, trataba de explicarme que le habían mandado a vigilarme y no perderme de vista, pero yo, nerviosa como estaba y con el corazón latiendo apresuradamente como si quisiese salírseme del pecho, no paraba de vituperarle y reprenderle por el susto que me había dado.

  Mientras le censuraba, él trataba de disculparse diciéndome que no había querido asustarme, simplemente le parecía una buena broma tocarme para llamar mi atención y, me aseguraba, que nunca más se le ocurriría volver a hacerlo.

  Al final y como no podía ser de otra manera, hicimos las paces y nos dirigimos al río en fila india, él delante de mí por supuesto ya que no me fiaba de sus bromas,  donde nos bañamos, disfrutamos y de paso aprovechó  para rebajarse un poco el chichón que le había salido con el agua fresca y cristalina que discurría por el lecho.

Julita San Frutos©

2 comentarios:

Marina dijo...

Bonito relato. Si bien es cierto que, en general, deberíamos pensar las cosas antes de hacerlas, la aventura y la improvisación siempre han sido interesantes y atractivas para el ser humano, aunque conocer nuestros límites y no exponernos demasiado cuando no sabemos si podremos actuar correctamente frente a una situación complicada, es también signo de sabiduría.
Tus escritos nos hacen reflexionar, Julita. Gracias.

Juli imagina historias dijo...

Muchas gracias por tu comentario Marina y me encanta que te haga reflexionar, al menos mis escritos sirven para algo. Un abrazo muy fuerte.