viernes, 1 de abril de 2022

ABRAZOS

Buenas tardes, hoy es 1 de abril de 2022 y aunque los problemas graves continúan, yo he decidido seguir publicando los relatos y las historias que se me ocurren, no se si a alguien le puede servir para desconectar por unos minutos, pero a mí si que me ayuda, por eso quiero dejaros una historia un poco tierna quizá pero que se me ocurrió en una ocasión en que necesitaba de un abrazo y al no tener a nadie a mano, lo escribí.

Un montón de abrazos para todos y todas las que me leéis.

Julita


  Mi piel estaba erizada y mis sentidos relajados, dejándose llevar por la agradable sensación que recorría mi cuerpo. Eso fue lo que me hizo reconocer que, lo que estaba recibiendo, era algo de lo que no había disfrutado nunca. Recuerdo que no quería que aquello acabase y me aferraba a ese otro cuerpo como, si al hacerlo, mi vida hubiese adquirido un sentido diferente. Mi mente se debatía en una mezcolanza de sensaciones difícil de asimilar.

  Hacía poco que había cumplido los cinco años y ahora, cuando el tiempo ha transcurrido, puedo decir que mi vida en aquél orfanato no era exactamente una existencia feliz. Sé que es cierto cuando dicen que no puede echarse en falta lo que no se conoce pero, por alguna razón, sentía que algo necesitaba aunque no supiese explicar el qué.

  Era demasiado pequeño para que esas dudas arraigasen en mi cabeza y en realidad, puesto que nunca había conocido otra vida diferente, debería de haber pensado que era la forma en que transcurriría hasta que fuese lo suficiente mayor para conseguir otra diferente, pero no era así.

  En el fondo de mi corazón esperaba un milagro. Eso fue lo que debió de ocurrir el día que caminaba por el pasillo agarrado a la mano de la persona adulta que me dirigía al encuentro de, como ella misma definió “un cambio en mi vida”. Quería creerla, pero estaba tan asustado que no lograba entender el significado de esas palabras.

  Al entrar en el salón y ver a aquella pareja mirándome, busqué con desespero un lugar donde esconderme, pero la mano que asía la mía con fuerza no me permitió separarme de ella.

  Avergonzado levanté la mirada y, al hacerlo, me encontré con unos ojos que al instante me subyugaron. Eran de un color azul tan intenso que me recordaron al del cielo que veía a través de la ventana de nuestro dormitorio común. No opuse ninguna resistencia cuando la señora se arrodilló delante de mí y me estrechó entre sus brazos. Aquello fue para mí lo más hermoso que me había sucedido nunca y, poco a poco, fui yo el que levantó los suyos hasta que nos fundimos en un abrazo tan intenso que únicamente pude susurrar en su oído:

—¡Por favor, no me suelte!

  Y no lo hizo. Permanecimos abrazados mucho rato, no puedo recordar cuánto, solamente que en un momento dado sus manos me separaron muy suavemente de su cuerpo, su mirada se posó en la mía y de sus labios brotaron tres únicas palabras:

—¡Vamos a casa!

  Supe en ese momento que terminaba de conocer la felicidad y que no debía perderla, cosa que por supuesto no he hecho. A partir de entonces he abrazado tanto que los brazos deberían de dolerme. Pero lo que en verdad me duele, es que acabo de dar el último abrazo a la persona que me dio una segunda vida y que ahora es ella la que acaba de perder la suya.

Julita San Frutos©

 


 

6 comentarios:

José Catalá dijo...

Como cada mes me enternece tanto tu relato que me pongo a llorar,lo siento pero soy muy sentimental y este relato me entristece tanto que no puedo parar.siempre me parecen tan reales que, de verdad me entristecen y la vez me gustan un gran beso.

Juli imagina historias dijo...

Me encanta que te gusten mis relatos Jose, que los leas cada mes y que te parezcan reales, eso significa que no escribo tan mal. Sigue leyéndome y comentándome para, de esa forma darme ánimos para seguir publicando. Un montón de abrazos. Julita

Marina dijo...

Tanta ternura, tanto cariño en los difíciles momentos que vive el mundo actualmente son bálsamo para el alma. Y si en lugar de tirarnos los trastos a la cabeza eligiéramos el respeto, la comprensión y la tolerancia? Seguramente viviríamos mejor, en armonía y con mayor felicidad. Y repartir abrazos en lugar de trompazos nos aportaría paz y sosiego!
Gracias por tu dulce relato, Julita.

Juli imagina historias dijo...

Muchas gracias a tí Marina por tu comentario, tienes toda la razón, si nos abrazáramos más creo que seríamos mucho más felices, dejando a un lado todas esas diferencias irreconciliables que tan difícil hacen la convivencia, pero ya se sabe como es el ser humano, no tenemos arreglo.
Un abrazo muy muy fuerte para tí.
Julita

Helen Pi dijo...

!Qué tierno, Julita¡
Es una historia preciosa.
Y una historia real como la vida misma y que se refleja en la mía propia, ya que gracias a mi abuela,tanto mis hermanos como yo, estamos en este mundo.
En mi casa,aunque pocas veces se hablaba de esto,supongo que por respeto a mi yaya, mi madre,nunca mi padre(que fue el niño de tu historia) nos contó que mi abuela iba con la idea de adoptar una nena, una nena que la cuidara en su vejez.
Ella se casó muy mayor y no pudo concebir hijos.
Y mira tú por dónde, le "enseñaron" a mi padre, y aquél rubio de ojos azules, de unos tres años, los cautivó.

Después de morir mi yaya y mi padre, quise saber de dónde venía. Quería saber. Tenía necesidad de saber. Pero no he conseguido nada en absoluto. Eran tiempos de posguerra y los jueces hacían y deshacían a su antojo y por más horas que le dediqué y más papeles que me mostraron, nunca pude ver más allá y eso que ya habían pasado más de cincuenta años y estaba todo descalificado.
Bueno, ¿qué le vamos a hacer?

Lo dicho,tu historia es muy pero que muy real.
Un beso como siempre y hasta dentro de unos días.

Helen Pi

Juli imagina historias dijo...

Gracias Helen, la verdad es que tienes razón cuando dices que la historia de tu padre bien podía haber sido la del niño de mi relato. Supongo que habrá muchos niños y niñas más que se pueden sentir identificados.
Ya digo que se me ocurrió en un momento en que me sentía con la necesidad de abrazar y como es normal en mí, me puse a escribir.
Me alegro de que te haya gustado y se que nunca pudiste saber más sobre la procedencia de tu padre, pero te queda el ser consciente de que donde vivió y con quién, hicieron de él el hombre que fue siempre y que recordamos con cariño.
Un abrazo muy fuerte y, como dices, hasta la próxima.
Julita