Bueno, ya estamos a 1 de noviembre, ayer se celebró Halloween supongo que más o menos en la mitad del planeta y yo hoy continúo con los relatos basados en las palabras o frases de nuestra profesora.
En esta ocasión era la que he utilizado como título y que aparece a lo largo del escrito también.
En fin, ¡a disfrutarlo!
Julita
Siempre, desde el día en que ocurrió y en el instante en que cierro los ojos, me viene a la cabeza la imagen de mi madre recriminándome:
—No puedes ir por la vida haciendo siempre lo que te venga en gana, los actos, en muchos casos y sobre todo cuando no se piensan como se debe, pueden tener consecuencias devastadoras aunque en este momento parezca mentira.
¿Por qué no tuve en cuenta sus palabras? Tenía razón. No fui consciente de las historias que vendrían después y que darían un vuelco trascendental a mi vida. Quizá, si únicamente hubiese sido mi existencia, ahora no me encontraría en esta situación, pero no fue así, dejé que las cosas rodasen sin hacer nada por evitarlo.
Yo fui quien dio el primer empujón y los acontecimientos se fueron desarrollando como si de un tobogán se tratase. La primera obsesión dio paso a la segunda, ésta a la tercera y así sucesivamente hasta llegar al desenlace que jamás debía de haber tenido lugar.
La miré, me miró y nuestros ojos se sintieron atraídos como si de un imán se tratase. Ya no existieron los demás para nosotros, éramos ella y yo en medio de un universo infinito que se doblegaba a nuestros deseos. ¿Quizá fue un exceso de amor lo que nos llevó a la locura que sobrevino? Quiero pensar que así fue, pues es la única explicación plausible que pudo dar sentido a nuestra historia.
Éramos dos locos con una única meta: vivir. Vivir como lo hacen los inconscientes, los que se preocupan únicamente de ellos mismos sin tener en cuenta las secuelas que puedan derivarse.
Fue entonces cuando tenía que haber escuchado a mi madre, haberle hecho caso y no continuar con esa actitud, pero no quise quitarme la venda de los ojos ni atender a la razón y, seguimos adelante.
Dije adiós a todos los que hasta ese momento habían formado parte de mi vida y le pedí que hiciese lo mismo. Me dijo que sí, que viviría únicamente para mí. Le hice prometérmelo pues, había algo en sus palabras que me hacían sospechar que no era verdad, que el único que se sacrificaba era yo y por esa razón me moría de celos, de dolor, de resentimiento.
Una y otra vez le hacía jurarme que únicamente existía yo en su vida pero, aunque lo hacía, continuaba dudándolo. ¡Qué obcecación la mía! ¡Cuánta absurdez! Pero no podía evitarlo y mis interrogatorios llegaron a tal extremo que le dolían. Mientras eso ocurría, disfrutaba al ver su dolor, las lágrimas correr por sus mejillas y escuchar su juramento como si de un disco rayado se tratase.
No era feliz, me doy cuenta ahora cuando estoy a punto de concluir mi última historia. Ni lo era yo, ni ella, ni dejaba que lo fuese ninguno de los que me conocían y se preocupaban por mí.
Fue ella la que rompió el eslabón de la cadena que nos unía al acercarse a mí y fijando sus ojos en los míos, tal y como hiciéramos la primera vez que nos conocimos me dijo únicamente:
—¡Se acabó!
Su mirada era fría, retadora y albergaba un odio infinito, pero no me amilané, conmigo no se jugaba, ni ella ni nadie. Rodeé su cuello con mis manos sintiéndome Otelo, sí, lo era y ella era mi Desdémona. Apreté y apreté haciendo caso omiso de su queja.
Sentía sus ojos fijos en mí, sus manos que un momento antes asían las mías, cayeron a cada lado de su cuerpo exánimes, entonces fui consciente del horror del acto que acababa de cometer y la solté.
Su cuerpo inanimado cayó al suelo y, me arrodillé a su lado llorando, pidiéndole un perdón que ya no podía concederme. Escuchaba como un eco lejano el sonido del teléfono, pero no quería separarme de ella. Así me encontró mi madre horas después y me ayudó a incorporarme sin que de sus labios saliese una sola palabra.
Ahora, al rememorar aquel día, soy consciente de que necesito escribir y contar como me siento. Quiero que sea mi testamento para que nadie vuelva a actuar como lo hice yo sin tener en cuenta las historias que vendrían después.
Julita San Frutos©

5 comentarios:
Es verdad, Julita, todas nuestras acciones tienen consecuencias. Pequeñas o grandes, leves o graves, como en tu relato, pero lo que hacemos influye en nuestro entorno y, de rebote, en nuestra trayectoria personal. Siempre deberíamos reflexionar antes de actuar para poder así ejercer un cierto control sobre las historias que vendrán después.
Tienes toda la razón, no deberíamos actuar sin pensar en las consecuencias, pero lo hacemos en muchas ocasiones, aunque el resultado no sea tan trágico como el de este relato.
Es una historia inventada, por supuesto, pero quizá haya sido cierta en alguna ocasión.
En fín algo más para reflexionar.
Un abrazo.
Julita
Pues sí, Julita, seguro que en algún lugar del mundo, tu historia inventada, ocurrió de verdad.
Reflexionar sobre lo que va a pasar o mirar atrás y meditar sobre lo que ya está hecho sería lo prudente pero, depende de tantas circunstancias, que es complicado.
Influye la educación que hemos recibido en nuestra familia y en el colegio, el respeto que se nos ha inculcado, el amor al prójimo y a la naturaleza y tantos valores que se hacen indispensables para vivir en sociedad.
El egoísmo, las inseguridades, el no respetarse a uno mismo, los celos... creo que todos forman parte de tu relato y si las personas que los padecen fueran conscientes y pudieran reflexionar sobre todos ellos, las historias que vendrían después, desde luego, serían muy diferentes.
Gracias como siempre por tus escritos y por esa imaginación tuya que no descansa.
Un besote,
Helen Pi
Gracias a tí, como te digo siempre, por tus comentarios y que no les falta razón.
Es cierto que todo contribuye a que sepamos darnos cuenta de lo que puede ocurrir si nuestros actos no son los apropiados, es algo que deberíamos tener muy en cuenta.
En fín, quizá mi historia haya tenido en algún momento una realidad, pero es triste que así sea.
Un abrazo.
Y trataré de continuar utilizando mi imaginación.
Julita
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