1 de julio de 2021 y aquí estoy de nuevo con los relatos en los que utilizo las palabras que nos propone nuestra profesora de Escritura Creativa.
En esta ocasión también he puesto unas cuantas que se distinguen por estar escritas en cursiva.
Aquí os lo dejo.
Julita
Eva siempre tuvo una elocuencia fuera de lo normal, era capaz incluso de explicar lo inefable, cosa bastante difícil para el resto de los mortales, pero no para ella, pues como solía decir: “era pan comido”.
Todo cambió el día que se presentó en la buhardilla, lugar al que ella había acudido para encontrar un poco de paz, puesto que el resto de su familia se encontraba reunido en el salón, el melifluo de Carlos, vestido totalmente de blanco.
Trataba de levitar y para conseguirlo, había asido con sus manos una sábana del mismo color virginal de las nubes blancas y limpias que forman cirros en el cielo azul y que llevaba colocada a modo de capa. Mientras la levantaba sobre sí mismo, decía que se consideraba etéreo.
Eva se quedó sin palabras, su garganta no emitía un solo sonido congruente.
Apoyó la cabeza en el respaldo del sillón donde se encontraba y emitiendo un sonoro suspiro, consiguió salir del estupor que se había apoderado de ella, para decir:
—Carlos, lo tuyo es inmarcesible, no tienes arreglo.
Pero él, haciendo caso omiso de las palabras de su hermana, continuó con su espectáculo, hasta que, como no podía ser de otro modo, pisó la sábana al bajar por las escaleras y aterrizó en medio del salón provocando un grito unánime.
Julita San Frutos©

4 comentarios:
Cortito esta vez, pero simpático.
Y con un desenlace bastante lógico! Quien juega a fantasmas, corre ciertos riesgos si no se ha asegurado primero que el espacio utilizado es seguro.
Hola Marina, sí está vez es cortito así voy cambiando😃y como dices, el desenlace era lógico. Un abrazo 🤗
Estoy con Marina, en esta ocasión ha sido breve.
Y sí, las que hemos tenido hermanos pequeños, sabemos de sus andanzas, en solitario o acompañados.
Además, en mi caso y debido a la diferencia de edad, recuerdo cómo el que entonces era mi novio, le hacía por el pasillo de casa de mis padres el Supermán a mi hermano, que entonces tenía cuatro años. Se ponía una especie de capa, mi novio lo cogía con sus brazos extendidos y mi hermano se estiraba todo lo que podía como si estuviera volando.
Lastima que entonces no había móviles, sino hubiéramos hecho más de un video.
Un besote, como siempre.
Helen.
Me alegro Helen haberte hecho recordar tiempos pasados y tienes razón cuando dices que no teníamos la misma posibilidad que ahora para plasmar esos recuerdos, pero están en nuestra memoria.
Un abrazo.
Julita
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