Nos encontramos ya a 3 de mayo de este año 2021 que, estoy segura, quedará en nuestra memoria para siempre, como ha ocurrido con el pasado 2020.
El retraso para mi publicación ha sido por problemas técnicos y pido disculpas por ello.
El relato de hoy pertenece, como otros muchos de los que he escrito, al Taller de Escritura Creativa al que asisto. Nuestra profesora, en esta ocasión, nos propuso la palabra desandar y en él la he utilizado en tres formas diferentes que encontraréis, como suelo hacer, escritas en letra cursiva.
Espero con ansia vuestros comentarios.
Julita
Las gotas golpeaban con fuerza en el cristal de la ventana y, al resbalar, daba la sensación de que llorasen. Pensé que quizá sí que lo hacían, lloraban por mí o, por lo que de mí quedaba.
Me quedé absorto mirando las nubes, oscuras y amenazantes, como un presagio y, en ese mismo instante, un rayo se dejó entrever, fuerte y resplandeciente, acompañado por el estruendo de un trueno ensordecedor.
Temblé, como hacía tiempo que no me ocurría y mi cuerpo entero se sacudió como si fuese a perder el sentido. Pensé que debía de volver a tomar las riendas de mi vida, no podía continuar por ese camino, era joven aún y mi existencia debería de tener una nueva razón, aunque me costase encontrarla.
Aquella tormenta era un aviso, de eso estaba seguro pero, ¿cómo lograrlo? Quizá debería desandar lo andado en esos últimos años. Empezar de cero como si nada hubiese ocurrido, como si aún fuese el imberbe que fui no hace demasiado tiempo.
Seguía mirando la lluvia embelesado, no podía apartar la vista de aquellos cristales llorosos. ¿Merecería la pena intentarlo o quizá era demasiado tarde? Recordé aquél dicho de: “Nunca es tarde si la dicha es buena”, pero, ¿cuál sería mi dicha? ¿Qué me esperaría al final del camino desandado? Resolver la incógnita estaba únicamente en mi mano y yo, no me sentía con fuerzas.
Dejé de observar las gotas, me puse en pie y salí de la habitación. Bajé las escaleras de dos en dos sin miedo a caerme pues quizá, si lo hiciese, sería mi salvación, dejaría de pensar, de sentir ese dolor que me corroía por dentro pero, no fue así, llegué al umbral de la puerta y salté al jardín dejando que la lluvia me calase hasta los huesos mientras gritaba de dolor.
No era un dolor físico que hubiese tenido remedio con algún medicamento, era mucho más intenso, estaba dentro de mí y no podía arrancármelo. Caí de rodillas. Lloré y supliqué, dejando que mis lágrimas se juntasen con las de las nubes. No se cuánto tiempo permanecí allí, perdí la noción de todo, incluso de mis sentidos. Debió de ser mucho, demasiado quizá porque, al intentar incorporarme, mis piernas no me respondían y mis manos eran insensibles al tacto.
Como pude, llegué hasta la casa, mi aspecto era desolador, lo comprobé en el espejo de la entrada, el mismo en el que tanto le gustaba mirarse a mi madre aunque, de eso, hacía ya una eternidad, era posible que quizá hubiese sido en otra vida.
Me arrastré por las escaleras dejando un rastro húmedo a mi paso. Llegué al cuarto de baño y, mientras me despojaba de mi ropa, dejé que el agua caliente llenase la bañera. Me introduje en ella demasiado pronto, notando como mi piel adquiría el color rojo característico de cuando las venas se dilatan por el calor.
La paz me llegó como un susurro. Me deslicé dejando que el liquido cubriese todo mi cuerpo y supe, en ese momento, que podría volver a ser yo, el de antes, el de hacía un siglo, si tomaba las riendas de mi vida y me mostraba tal y como era en realidad.
Desandaría el camino equivocado y, en la bifurcación, tomaría el que debí de coger cuando me encontré en aquella encrucijada.
Julita San Frutos©

5 comentarios:
Hola de nuevo, Julita.
Primero que nada decirte que estés tranquila. Todos hemos padecido los problemas técnicos alguna vez y nos dejan ciertamente, incompletos. Creo que ya no somos capaces de desandar este camino de la informática. Yo ya no sé funcionar sin ella.
Y, en segundo término, creo que si nos dieran opción, todos desandaríamos alguna senda en nuestra vida que, por circunstancias, no supimos elegir correctamente.
Por suerte, en mi caso, serían situaciones puntuales en las que me hubiera gustado obrar de otra manera pero, si soy sincera, el compendio es estupendo y no cambiaría nada de lo realmente fundamental.
Gracias como siempre porque tus reflexiones también, en cierto modo, son las nuestras.
Un abrazo.
Helen
Gracias a tí por tus comentarios, tienes razón cuando dices que necesitamos la informática, nos hemos acostumbrado a ella.
Y lo de que desandaríamos algún camino, supongo que sí, pero para mí, igual que te pasa a tí, no es algo primordial, pues en general mí vida la considero positiva (no se si piensan lo mismo los que están a mi alrededor) y es algo que ya lo he hecho notar en alguno de mis relatos.
Un abrazo muy, muy fuerte.
Julita
Una vez más, estoy de acuerdo con Helen : tus reflexiones nos hacen reflexionar! En este caso concreto, y personalmente, me habría gustado que el relato fuera más allá, pero es cierto que dejar la duda sobre lo que le ocurrió al protagonista cuando tomó el camino equivocado, es muy sutil y nos permite dar rienda suelta a nuestra imaginación.
En cuanto a desandar parte del camino emprendido, pienso igual: quizás lo haría si se presentara la oportunidad, pero probablemente no, porque dependería de las circunstancias que son las que, en realidad, rigen nuestras decisiones.
Gracias Julita.
Me encanta que me digáis que mis reflexiones os hacen reflexionar, es un orgullo para mí.
Tienes razón en que dejé en una incógnita tanto el camino como el por qué de la encrucijada para que cada uno saque sus propias conclusiones y también en que, en estos momentos, todo lo que hemos andado, bueno o malo, se suma a nuestras experiencias vividas.
Otro abrazo muy, muy fuerte también para tí.
Julita
Perdona jacintahjacente pero no entiendo lo que quieres decir con tu comentario.
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