El día 7 del pasado mes de septiembre, la Asociación Dones d'Olocau a la que, como ya he dicho en otras ocasiones, pertenezco, celebró su cena anual para reunir a todos los vecinos, amigos y familiares a los que les apetece pasar una noche entretenida y de hermandad.
Yo, por mi parte, redacté y leí un escrito que hoy publico aquí para que pueda leerlo quienes se acerquen a estas páginas.
Pongo también el cartel que se hizo para el evento, pues ayuda a tener una idea más clara de la intención de la cena.
Julita
Hoy es un día muy especial para Dones
d’Olocau. Por tercer año consecutivo, hemos reunido aquí, en la Plaza Mayor de
nuestro pueblo, a todas las personas que nos importan, a las que nos apoyan, a
las que nos ayudan, a las que no nos dejan desistir y nos hacen pensar que la
meta, que nosotras mismas nos hemos impuesto, pueda, algún día quizá no muy
lejano, hacerse realidad.
Somos una asociación feminista, pero la
palabra feminismo, por mucho que alguno quiera transfigurar, no significa
egocentrismo, ni aislamiento, ni siquiera superioridad. Esta palabra significa
igualdad, sororidad, ayuda y apoyo.
Igualdad para todos los seres humanos que
poblamos la tierra, independientemente de ser hombres o mujeres.
Sororidad, una palabra aprobada por la Real
Academia de la Lengua hace apenas 9 meses, pero utilizada por Miguel de
Unamuno, quien fue el artífice de su existencia, en 1921. Significa hermandad
entre las mujeres, por lo que ayuda y apoyo entran dentro de este mismo
contexto.
Las feministas, queremos tener a nuestro lado
a todas las personas que, con sus buenas vibraciones, nos hagan pensar que los
seres humanos estamos en este mundo para algo más que sentir odio o envidia:
Nuestros niños, el futuro, los que recogerán
el fruto de las simientes que hayamos ido sembrando.
Nuestros jóvenes, el presente, los que deben
sentirse orgullosos de lo que nosotras vamos consiguiendo.
Nuestros hombres, a los que necesitamos a
nuestro lado para poder llevar a cabo esta misión.
Nuestros mayores, hombres y mujeres, que son
la sabiduría, la voz de la experiencia y de los que, tanto de sus logros como
fracasos, debemos aprender.
En este momento, nos sentimos tocadas por la
varita de algún Hada Madrina, pues, al mirar a nuestro alrededor, nos damos
cuenta de que todos los que nos rodean, cumplen con creces lo que estamos
pidiendo y necesitando.
Para terminar, una última cosa;
¡Nunca, nunca, dejéis de creer en nosotras!
Julita San Frutos© 7
de septiembre de 2019

4 comentarios:
Felicidades al Pueblo de Olocau por todo lo que hacen en favor de la igualdad y a tí, Julita, por tus palabras y tu fe inquebrantable en el poder de la acción.
Julita, no puedo estar más de acuerdo en todo lo que dices. En cómo lo expresas y el ánimo y las ganas que le pones.
Ojala muchas personas (hombres y mujeres) pensaran como tú.
Seguro que cuando leíste este escrito todo el mundo allí convocado te aplaudió a rabiar.
Y a ver si hay suerte y en más pueblos cunde el ejemplo y se organizan cenas así.
Un saludo.
Helen Pi
Gracias Marina en mi nombre y en el del pueblo de Olocau. No se si mi fé es inquebrantable, pero lo cierto es que seguiré escribiendo y haciendo todo lo que pueda en favor de la igualdad.
Gracias Helen, si que me aplaudieron y me hizo mucha ilusión que entendieran mi mensaje que era el de todas mis compañeras. Creo que poco a poco se conseguirá que muchos más hombres y mujeres piensen de la misma manera. No se si en otros pueblos hacen cenas de este tipo en el que las feministas queremos tener a nuestro lado al resto de personas e integrarlas en nuestras ideas, pero espero que sea una realidad en un futuro. Un abrazo.
Publicar un comentario