El cuento que publico hoy se lo escribí a una de mis nietas el año pasado. Ella, por suerte, sigue soñando y yo por mi parte deseo, que nunca deje de hacerlo.
Julita
Esta es la historia de una niña que se llamaba Claudia y que desde que era muy pequeñita soñaba con alcanzar una nube.
Julita
Esta es la historia de una niña que se llamaba Claudia y que desde que era muy pequeñita soñaba con alcanzar una nube.
─ ¡Voy a
crecer mucho y así conseguiré coger una nube para que duerma conmigo!
Trataba de crecer aprisa y hacerse muy alta
para lograrlo, pero claro, el cielo está demasiado lejos y no se puede llegar, eso Claudia lo sabía, pero no por eso
dejaba de soñar con su idea. Estaba completamente segura de que algún día
conseguiría hacerla realidad.
Así que cuando cumplió los tres años, su
abuela, viendo la ilusión que tenía, le hizo una nube con tela blanca y rellena
de algodón. La pusieron por nombre Nubita
y en ella se podía leer bordado a punto
de cruz:
“Soy Nubita,
la nube de Claudia”
La abuela lo había hecho para que todo el
mundo pudiese saber a quién pertenecía.
Claudia estaba muy contenta con Nubita y todas las noches dormía con
ella, pero antes de que el sueño la venciese, le venía a la cabeza su idea de
conseguir una nube de verdad.
Pasaban los años y, como era lógico, Claudia
no conseguía hacer realidad su ilusión.
Pero un día muy tranquilo y que había
amanecido soleado, por la tarde el cielo se llenó de nubes blancas, de esas que
desde la tierra nos gusta darles formas diferentes, pensando a qué pueden
parecerse.
Entre ellas había una pequeñita, tanto, que
casi pasaba desapercibida al mezclarse con las demás. Esto le suponía una gran
ventaja, pues no tenía ningún problema para acercarse lo suficiente y escuchar
todas las conversaciones. Es algo que en realidad no debe hacerse, no es de
buena educación, pera la nubecita no podía evitar ser tan curiosa.
Vio que se habían reunido cuatro nubes
grandes y al aproximarse pudo oír que
hablaban de una niña que, en la tierra y noche tras noche, soñaba con
alcanzarlas.
La nubecita se enfadó muchísimo pues no era
que únicamente hablasen, no, si no que se reían y burlaban de ella por lo
absurdo de la idea y pensó que no tenemos ningún derecho a reírnos ni a
burlarnos de nadie y mucho menos de los sueños por muy extraños que nos
parezcan, pues el soñar siempre tiene
que ser libre. Además, le parecía mentira que fuesen justo las nubes quienes lo
hiciesen.
¡Así que decidió actuar por su cuenta!
Esa noche se separó de todas las demás, cosa
que como he dicho, le resultaba muy fácil, y muy decidida se encaminó en busca
de la casa de la niña. Cuando por fin la encontró, se fue asomando a las
ventanas una por una hasta que encontró la que le interesaba. Ahí estaba la
niña completamente dormida y abrazada a un juguete blanco.
Dio unos golpecitos en el cristal, hasta que
consiguió que se despertase y la abriese.
Claudia abrió tanto los ojos que casi le dolieron,
no se lo podía creer; ¡Una nube en su ventana!
Alargó las manos para tocarla, pero la nube
se apartó.
Claudia se quedó muy quieta y se le saltaron
las lágrimas, pero la nubecita que se dio cuenta, la sonrió y le dijo:
─ Verás
hay un pequeño problema y es que no puedo dejar que me toques pues me desharía,
me convertiría en agua en tus manos y eso no es lo que tú quieres; he venido
porque quiero decirte que nos hemos enterado de tu sueño y que a mí me parece
muy bonito, pero como te he dicho, aunque quisiese, no podría dormir contigo,
pero he estado pensando y creo que he encontrado la solución.
Mientras hablaba con Claudia, se había dado
cuenta de que el muñeco con el que dormía era una nube hecha de tela y algodón,
así que le dijo que se la dejase. En ese momento pudo leer que ponía que se
llamaba Nubita, la cogió y se la puso
dentro de ella, para que de esa forma conservase toda su naturaleza. A
continuación se la devolvió a Claudia diciéndole:
─ Nubita ya es parte de mí, así que a
partir de ahora yo me llamaré igual que ella, cuando duerma contigo será como
si durmieses conmigo y cada vez que mires al cielo, búscame, seguro que te veo
enseguida y nos saludaremos. Ahora tu sueño ya se ha cumplido, vas a ser la
niña más feliz del mundo. Pero tiene que ser un secreto entre las dos.
Claudia por supuesto, le dijo que sí. Así que
desde esa misma mañana y todos los días cuando sale a la calle, lo primero que
hace es mirar al cielo, busca a Nubita
y la saluda con la mano. Como Nubita
no tiene brazos lo que hace es que la guiña un ojo.
Sus padres y su hermana ya se han cansado de
preguntarle por qué levanta el brazo cada vez que sale de casa, pues ella
siempre respondía de la misma forma:
─ ¡Saludo
a una amiga!
Piensan
que tiene demasiadas rarezas, pero a ella no le importa lo que piensen, ella es;
¡Demasiado feliz con Nubita!
Julita
San Frutos©

8 comentarios:
Tienes razón, los sueños hay que perseguirlos siempre que nos dejen y si no nos dejan, perseguirlos de todos modos. Un abrazo.
Si Jose, sí, hay que perseguirlos con tesón, no dejemos que nos convezcan de lo contrario. Otro abrazo para tí.
Muy gracioso, Julita. Y la moraleja es que los sueños que nos habitan terminan por convertirse en realidad cuando perseveramos. No importa que sean,o nos parezcan, inalcanzables. Hay que seguir soñando porque los sueños nos ayudan a forjar nuestro porvenir !!
Si Marina, pienso que nunca debemos de dejar de soñar, es nuestro alimento para vivir una vida completa, al menos en mi opinión. Gracias por tu comentario y porque estés de acuerdo conmigo. Un abrazo.
Tener sueños e ilusiones es lo que nos hace mantenernos en esta vida con la esperanza que todo puede llegar a ser mejor, además de tener algo por lo que luchar para seguir adelante en nuestro caminar por el mundo.
Un abrazo
Enrique
Hola Enrique, tienes toda la razón y me alegro de que pienses como yo, nunca deben de faltar los sueños por muy inalcanzables que nos parezcan. Otro abrazo para tí.
Dejando a un lado que en esta vida, los sueños deben ser perseguidos (o por lo menos, intentarlo sí o sí…), me quedo con la relación entre abuela y nieta plasmada en la nube de tela, almohada tangible que podrá guardar como recuerdo…
¿Qué no haría una yaya por sus niet@s?
Un abrazo. Javier.
Gracias Javi por tu comentario y es verdad que la nube de la abuela sigue acompañando a Claudia, instándola a no olvidarse de sus sueños. Un abrazo.
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