martes, 28 de febrero de 2017

Gwon, el niño de Africa


El cuento de hoy es muy importante para mí, pues me dió la pauta para continuar la línea que sigo ahora.
Espero que disfrutéis al leerlo como lo hice yo al escribirlo.
Julita



 Ahora que estás aquí mirándome con tanta atención, te voy a contar la historia de Gwon, pero tendrás que decirme al final, porque te lo preguntaré, si te ha gustado o no.
  Gwon era un niño que vivía en África, en un pueblo del que por más que lo intento, no consigo acordarme el nombre y es que en África los nombres de los pueblos son un poco raros y como esta historia únicamente la he oído una vez, por mucha atención que puse, no conseguí que se me quedase grabado en la cabeza. Seguramente si hubieses sido tú quién la escuchase, ahora no tendríamos este problema, porque tu mente es mucho más ágil que la mía...

LA DESPEDIDA


Cuando murió mi gata, el pasado mes de Julio, cumplidos ya los 19 años, pasé sus últimas horas sin separarme de ella, y al día siguiente le dediqué el poema que traigo ahora a estas páginas. 
Algunos lo entenderán y otros no, pero es mi pequeño homenaje a esos seres que, sólo con su presencia consiguen que nuestra vida sea un poco más feliz.
Julita


           
Tenía sus pupilas clavadas en las mías
y yo no podía apartar mis ojos de los suyos.
De cuando en cuando, y como un suspiro,
de su garganta escapaba una súplica
que yo me apresuraba a complacer.

Para las dos estaba muy claro,
que nuestro tiempo de mutua compañía
llegaba a su fin.
Demasiados días vividos,
más de los que nunca hubiésemos podido imaginar,
pedían paso al descanso.
Así, con las lágrimas pugnando por salir de mis ojos,
y sin darles yo permiso para hacerlo,
pasó la jornada, y al caer la noche,
su mirada se perdió en el vacío.
Mi mente se llenó de sus recuerdos,
entonces, sin poder hacer nada por evitarlo,
el agua contenida, rodó como un torrente por  mis mejillas.

                                                  Julita San Frutos. julio 2016©



miércoles, 1 de febrero de 2017

La Discusión

  Muchos de  vosotros ya conocéis este cuento por estar publicado en el blog de mis amigos: Els nostres escrits, pero quiero que ocupe aquí el lugar que le corresponde junto a sus hermanos. 
Julita


─ ¡Estoy harto de ti! ─chilló el tenedor con todas sus fuerzas desde el otro lado del plato─ te crees más importante porque siempre te colocan a la derecha y además puedes cortar; ¿pues sabes lo que te digo? que yo puedo pinchar mucho mejor que tú y deberías saber