1 de febrero de 2025. Hoy traigo a estas páginas un escrito que, como es habitual en mí, nació de una palabra que se propuso en El Taller de Escritura de La Pobla de Vallbona. Pensando en ella se me ocurrió lo que podéis leer a continuación.
En fin, si os parece, disfrutad leyéndolo.
Julita
Recortada su imagen sobre el jardín, los ojos contemplando con curiosa ingenuidad cuanto le rodea, espera pacientemente que cualquier pequeño movimiento la saque de su ensimismamiento.
Sabe que ha nacido para ello, que por mucho que su existencia se haya vuelto cómoda, sus inclinaciones, aunque adormecidas, siguen latentes en ella.
Se deja mecer por los suaves sonidos que la rodean y, por un momento, los párpados le cubren las pupilas. Pero no quiere sucumbir al sueño, quiere mantenerse alerta para no perder ninguna de las sensaciones que forman parte de su entorno.
Piensa que quizá lo que siente sea únicamente un juego, pero se convence de que no lo es, de que lo necesita, de que debe demostrarse a si misma que sigue siendo quién es y de que sus instintos aún permanecen alertas.
Algo llama su atención y, en ese momento, todos sus músculos se tensan al posar su mirada en la pequeña lagartija que, ajena al peligro que la acecha, corre entre las piedras buscando un lugar donde resguardarse, pero ella es rápida, casi tanto como lo es el viento y, en un abrir y cerrar de ojos humanos, la tiene entre sus fauces.
Una vez en el césped, la suelta para que el pequeño animal corra y así jugar con ella, pero no es consciente de que sus incisivos son como alfileres y han penetrado en aquel cuerpo dejándole inerte.
Con la frustración reflejada en su rostro intenta una y otra vez darle con la pata para que vuelva a ponerse en movimiento, pero no lo consigue. En un momento dado decide abandonarlo a su suerte y con la paciencia que le es innata, vuelve a su posición del principio, pero en esta ocasión deja que sus ojos se cierren y se entrega a un reparador sueño consciente de que, por ahora, ha cumplido con el compromiso que le debe a su raza.
Julita San Frutos©

6 comentarios:
Es terrible cuando se piensa, pero los depredadores forman parte del sistema natural de la vida y la muerte. O formamos parte! Porque, sin ser realmente definidos como tales, los humanos lo somos también, aunque no sea de la misma manera.
Muy bien escrito.
Pues sí Marina, los depredadores formamos parte del ecosistema, lo que ocurre es que los demás animales lo hacen bien, pero los humanos, como es normal, somos incapaces de tenerlo en cuenta y así deterioramos el ecosistema día sí y día también.
Gracias por tu comentario y por parecerte bien escrito.
Un abrazo.
Julita
Tere Juanis
Que relato tan precioso, me ha emocionado Juli como siempre. Es una gozada leer tus escritos.
Muchas gracias Tere, me alegro de que lo hayas leído y sobre todo de que te haya gustado. Un abrazo.
Relato maravilloso y totalmente realista.La naturaleza en si es maravillosa .
Me alegro mucho Sabrina de que lo hayas leído y de que te haya gustado. Un abrazo fuerte 😘🤩
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