Buenos días, hoy 1 de noviembre de 2023, día de todos los santos, voy a publicar un relato que no tiene nada que ver con la festividad pero sí con el momento, ya que es ahora cuando algunos frutos y algunas verduras tienen su momento culminante.
En fin, aquí os lo dejo, desconectar durante unos momentos que serán los que necesitéis para leerlo.
Julita
La familia de Miguel tenía un campo de naranjas y desde muy pequeño le encantaba acompañar a su abuelo a recogerlas. Cuando encontraba una redonda y brillante, la que le parecía más bonita de todas las que había en los árboles, se la guardaba en el bolsillo y la conservaba como un tesoro.
Cuando llegaba la hora del descanso, Miguel la pelaba y muy despacio, poquito a poquito, iba saboreando cada uno de sus gajos mientras pensaba que no conseguía entender como a muchos de sus compañeros de colegio no les gustaban las naranjas.
Algunas veces las llevaba a clase y, a la hora del recreo se las ofrecía, pero no eran muchos los que las cogían, incluso le miraban extrañados de que prefiriese comerlas en lugar de los almuerzos que solían llevar ellos. Así que un día, con la ayuda de su madre, pelaron unas cuantas y las cortaron en rodajas. Después las fueron colocando en una gran fuente y por último les echaron azúcar por encima.
Muy contento se encaminó con ellas al colegio pues se había propuesto que debían comerlas y, una vez allí, colocó la fuente encima de una mesa y llamando la atención de todos los niños y niñas, les fue pidiendo que las probasen. Algunos lo hicieron con recelo, pero después no tuvieron más remedio que reconocer que estaban muy buenas. A otros no tuvo que insistirles mucho pues al verlas se acercaron enseguida. La verdad es que fue todo un éxito, pues hasta los profesores quisieron también comerlas.
En ese momento, Miguel no fue consciente de que se estaba forjando su futuro, porque ese día se convirtió en el comienzo de una gran carrera. Continuó imaginando y probando la manera de acercar a los niños y niñas a la fruta, tan importante para la salud, pero que tan poco suele gustarles.
Han pasado unos cuantos años, pero Miguel sigue teniendo esa idea en su cabeza por lo que, cuando montó su propio restaurante, lo dedicó en primer lugar a la tarea a la que se había dedicado desde niño y por ello, elabora recetas en la que se puede disfrutar no únicamente de la fruta, sino de la verdura y todos los productos naturales que tenemos a nuestra mano y que muchas veces no somos conscientes de ellos.
Ahora cuando vuelve la vista atrás no puede evitar pensar que su vida no hubiese sido la misma de no haber contado con su abuelo, su campo y la naranja que siempre se guardaba en el bolsillo.
Julita San Frutos©

2 comentarios:
Me gusta! Que una naranja pueda ser el punto de partida de un futuro, por qué no? Y las naranjas en rodajas y azucaradas son un postre ideal. O un desayuno, un almuerzo o una merienda. Polivalencia total, como muchas otras frutas, puesto que, aparte del placer, también aportan vitaminas. Si, además, son frutos de la propia huerta, no se puede pedir más!
Me encantan tus comentarios Marina porque sueles estar de acuerdo con mis propios pensamientos.
Una naranja, algo tan sencillo y sabroso, puede ser, desde luego, el comienzo de un futuro.
Un abrazo muy fuerte.
Julita
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