jueves, 1 de diciembre de 2022

UN FIN DE FIESTA

El relato de hoy tuvo lugar un día como cualquier otro, en el que nuestra familia se encontraba celebrando un acontecimiento, quizá era el cumpleaños de alguno de los miembros o pudo ser de varios juntos, la cuestión es que fuera como fuere, se trataba de algún tipo de fiesta y lo que escribo a continuación fue lo que sucedió.

Feliz día 1 de diciembre de 2022 a todos y todas las que me leéis.

Julita 


  
Fui la primera en darme cuenta, pero quise mantenerme tranquila sin que los demás, o sea, todos los que estaban a mi alrededor, se percatasen de lo que ocurría pues sabía que, en el momento que lo hiciesen, el revuelo que se montaría sería monumental.

  Así que, con mucho sigilo, comencé a desenvolver el primero de los bombones que agarré del bote de cristal donde mi madre los conserva con todo el cariño de que es capaz y descubrí un pequeño gusanito, tal y como había aparecido en el anterior que destapé y que había dejado a un lado sin aspavientos.

  En ese momento mis precauciones fueron en vano porque, lo que yo tanto temía, tomó forma al observarme mi padre y preguntar qué ocurría.

  Todos los ojos se volvieron a mí interrogantes y al responder que me había dado cuenta de que los bombones tenían gusanos, los cuerpos, impulsados como por un resorte, decidieron ponerse en pie y, abalanzando las manos al bote, fueron sacando; desenvolviendo; comprobando; tirando…, sin ningún tipo de pudor hasta que no quedó ni uno solo sin examinar.

  La mesa se llenó de papeles vacíos. Los pobres gusanitos a los que habíamos interrumpido de su tranquilo devenir por aquél dulce paraíso, nos miraban inquietos sopesando, imagino, lo incierto de su futuro.

  Mi padre, muy previsor, decidió traer un tupper donde colocar los bombones que aún no habían sido okupados por los asaltantes, para guardarlos en la nevera.

  Los demás bombones, junto con sus correspondientes okupas y todos los envoltorios fueron introducidos en una bolsa que yo misma y para evitar males mayores, me ofrecí a depositar en la basura para, de esa forma, calmar el barullo que se había formado.

  Mientras me dirigía al contenedor, iba pensando cómo había podido ser tan ingenua al pasarme por la cabeza que si se enteraban  de que los bombones tenían gusanos les entraría angustia e, incluso, ganas de vomitar.

  Debió de ser un lapsus pues en mi familia, tanto los mayores como los pequeños, hacemos una fiesta de cualquier cosa que consiga salirse de la normalidad.

  No acabó ahí la cosa, pues tuve que asegurar tanto a mi hijo como a mis sobrinas, que los gusanitos seguirían viviendo y alimentándose de los chocolates que habíamos tirado, ya que si no era así, no se quedaban tranquilos.

  ¡Ah! De los demás bombones seguimos dando cuenta cada vez que alguno de nosotros abría la nevera.  

Julita San frutos©

 

4 comentarios:

Unknown dijo...

Jajaja. Que bonita historia. Es revuelo que pensó la escritora que ocurriría se quedó en una anécdota graciosa y todo el mundo feliz, incluidos los pequeños gusanitos que seguieron su ciclo de la vida. Gracias por compartir tus pequeños-grandes relatos. Felicidades. 😘

Juli imagina historias dijo...

Muchas gracias a tí por tu comentario, la verdad es que sí que se armó un gran revuelo, pero resultó divertido. Seguiré compartiendo siempre que pueda. Un abrazo.

Marina dijo...

Yo también me he divertido con ese simpático relato. Muy gracioso.
Moraleja: hay solución para todo y posibilidad de atender las necesidades de unos y otros. Los humanos pudieron deleitarse con los bombones salvados y bien conservados y los gusanitos seguir alimentándose con los desechados. No hay mal que por bien no venga...
Gracias por arrancarnos sonrisas, Julita.

Juli imagina historias dijo...

Gracias a tí por tu comentario. Tú sabes perfectamente cómo se desarrollan las celebraciones entre nosotros y ésta fue una de las que se liaron pero acabó bien. Un abrazo muy fuerte.