lunes, 1 de noviembre de 2021

LAS HISTORIAS QUE VENDRÍAN DESPUÉS

 Bueno, ya estamos a 1 de noviembre, ayer se celebró Halloween supongo que más o menos en la mitad del planeta y yo hoy continúo con los relatos basados en las palabras o frases de nuestra profesora.

En esta ocasión era la que he utilizado como título y que aparece a lo largo del escrito también.

En fin, ¡a disfrutarlo!

Julita

 Siempre, desde el día en que ocurrió y en el instante en que cierro los ojos, me viene a la cabeza la imagen de mi madre recriminándome:

—No puedes ir por la vida haciendo siempre lo que te venga en gana, los actos, en muchos casos y sobre todo cuando no se piensan como se debe, pueden tener consecuencias devastadoras aunque en este momento parezca mentira.

  ¿Por qué no tuve en cuenta sus palabras? Tenía razón. No fui consciente de las historias que vendrían después y que darían un vuelco trascendental a mi vida. Quizá, si únicamente hubiese sido mi existencia, ahora no me encontraría en esta situación, pero no fue así, dejé que las cosas rodasen sin hacer nada por evitarlo.

  Yo fui quien dio el primer empujón y los acontecimientos se fueron desarrollando como si de un tobogán se tratase. La primera obsesión dio paso a la segunda, ésta a la tercera y así sucesivamente hasta llegar al desenlace que jamás debía de haber tenido lugar.

  La miré, me miró y nuestros ojos se sintieron atraídos como si de un imán se tratase. Ya no existieron los demás para nosotros, éramos ella y yo en medio de un universo infinito que se doblegaba a nuestros deseos. ¿Quizá fue un exceso de amor lo que nos llevó a la locura que sobrevino? Quiero pensar que así fue, pues es la única explicación plausible que pudo dar sentido a nuestra historia.

  Éramos dos locos con una única meta: vivir. Vivir como lo hacen los inconscientes, los que se preocupan únicamente de ellos mismos sin tener en cuenta las secuelas que puedan derivarse.

  Fue entonces cuando tenía que haber escuchado a mi madre, haberle hecho caso y no continuar con esa actitud, pero no quise quitarme la venda de los ojos ni atender a la razón y, seguimos adelante.