Ya estamos a 1 de septiembre de 2021. Los días transcurren tan rápido que se nos escapan como el agua que intentamos atrapar con la mano y resbala entre los dedos cayendo sin remisión.
Yo continúo con los relatos inspirados en las palabras de nuestra profesora de Escritura Creativa.
En este aparece el término en negrita y cursiva.
Disfrutad leyéndolo.
Julita
Escuchaba el resonar de sus pasos por aquellas losas de piedra que recorrían las grandes estancias que conformaban parte del Foro. Le encantaba recorrerlas, admirar sus frisos, obras de tantos artistas que contaron siempre con el apoyo de los Mecenas Romanos para poder llevarlas a cabo. Los contraluces que las cúpulas abovedadas, con su pulcra disposición, repartían por cada uno de los rincones de aquella majestuosa construcción. Roma era el máximo exponente de las artes en el mundo, comparándose e incluso en ocasiones, superando a Grecia.
No podía evitar sentirse fascinado por lo que su gran pueblo era capaz de hacer y, sucumbía a su belleza. Todo cuánto le rodeaba era inmenso, majestuoso y aunque comprendía que la presencia de aquellos legionarios era necesaria para su defensa, se sentía intimidado por ella, le causaban mucho respeto a la vez que temor. Se sentía incapaz de ser uno de ellos como pretendía su padre. Estaba seguro de que no había nacido para eso y mucho menos para llegar a ser General.
Lo que él soñaba en realidad era convertirse en erudito, pero no podía expresarlo, seguro como estaba de que no era lo que querían escuchar en su casa, una familia de famosos soldados. Desde pequeño había oído las grandes hazañas que Roma consiguiera gracias a sus legiones y de cómo se había transformado en un Imperio.
No renegaba de ser romano, eso era lo último que se le podía haber ocurrido, pues sabía que dominaban prácticamente todo el mundo y que su red viaria, que incluía infinidad de calzadas, era la envidia del resto de los pueblos que no habían tenido la suerte de formar parte de su dominio. Conocía los acueductos, otra gran obra de sus gentes, con los que conseguían que el agua discurriese por todos los terrenos haciéndolos fértiles.
Amaba su ciudad, sus casas, plazas, fuentes, palacios, anfiteatros, circos y mercados que le envolvían con una seguridad absoluta. Tenía claro que nunca podría vivir en otro sitio, pero lo que no quería era que esa vida estuviese plagada siempre de guerras y, no sabía cómo podría conseguirlo.
Se dio cuenta de que con sus cavilaciones había aminorado el paso y que si continuaba así no llegaría a tiempo de encontrar un buen lugar para escuchar a su ídolo, su orador preferido y del que esperaba aprender todo lo que necesitaría para labrarse el futuro que soñaba.
Cuando llegó, tal como había supuesto, los alrededores de la Tribuna de los Rosta era un hervidero, no cabía un alfiler por lo que, disimuladamente y sin parar de recibir improperios, logró situarse al lado de una columna desde donde podía ver el monumental escenario que de un momento a otro recibiría la presencia del gran Cicerone.
Un enorme murmullo recorría aquella estancia, deseosos como estaban de recibir al renombrado orador y maestro, pero en el momento en que se dejó ver, el silencio fue absoluto y Cayo no pudo evitar que de sus ojos resbalase una lágrima, al tiempo que se juraba a sí mismo llegar a ser discípulo de esa persona que ya ocupaba un lugar muy importante en su corazón.
Julita San Frutos©

6 comentarios:
Julita, un placer leer tus escritos.
Enhorabuena 👏👏
Muchas gracias, el placer es mío al saber que me lees y que te gusta lo que escribo.
Efectivamente, Julita, los romanos crearon un gran imperio. Eran tan fuertes que nadie les podía hacer frente. Así fueron los dueños y señores durante varios siglos pero, como pasa con todas las grandes potencias, siempre llega el declive.
Entre el veneno que lo tenían siempre a mano, las relaciones consanguíneas que dieron lugar a emperadores enfermos o transtornados y toda la corrupción existente, se hacía muy difícil gobernar y, como era lógico, esto llevó a su decadencia e irremediablemente, a su final.
Y así, por los siglos de los siglos. La historia se repite a través de los tiempos.
Gracias por hacerme recordar mis clases de historia con la señorita Pilar. Está claro que algo retuve.
Un besote como siempre,
Helen.
Y gracias a tí por tu comentario.
Es cierto que fue una gran potencia y que como dices tuvo su declive como no podía ser de otra manera.
Al proponernos escribir con la palabra cicerone o cicerón me vino a la memoria los romanos y por eso salió este relato.
También podía haber escrito de estos tiempos alguien que te explica una visita, pero la mente es así, incontrolable.
Un gran abrazo.
Totalmente de acuerdo con vuestros comentarios! La historia se repite a través de los tiempos porque es difícil construir un imperio basado en la violencia y la dominación, por muy creativos y "constructivos" que sean los gobiernos. Fantásticas ideas, logros sensacionales pero, al final, nada perdura, salvo la sabiduría y la historia; que nos enseñan, o deberían enseñarnos, a ser humildes y a cuidar al prójimo en lugar de machacarlo!
Interesante relato.
Muchas gracias, pienso como tú que es una pena que quieran conseguir las cosas con la violencia pero, al parecer, es algo inherente al ser humano y comprobamos día a día a través de los siglos, que nunca va a cambiar.
En fín, nosotras no podemos hacer nada más que escribir o leer.
Un abrazo.
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