1 de agosto de 2021 y yo continúo con los relatos basados en las palabras o frases propuestas en el Taller de Escritura, en este caso no es otra que la que da nombre al título, o sea Tornaboda, así que aquí os lo dejo.
Julita
Andaba yo por esos campos de Castilla a lomos de mi jamelgo; un muy poco brioso corcel, más mula que cualquier otra cosa, cuando mis ojos divisaron a lo lejos un gran bullicio que me hizo tirar de las riendas sin tardanza.
Me quedé muy pensativo mirando pues, es de todos conocido que en estos tiempos que corremos resulta menester cerciorarse primero y antes de descabalgar de lo que acontece para, de ese modo, evitar en lo posible cualquier sobresalto que pudiese dar al traste con las intenciones que lleva uno.
Con mucha calma, gran tino y sin apresurar a mi cabalgadura, cosa por otra parte en absoluto difícil de conseguir, fui aproximándome a lo que, a mi entender, parecía una gran algarabía.
Tuve la suerte de que nadie se fijase en ninguno de nosotros, ni en el jinete ni en la montura, por lo que pude cerciorarme de que no cruzarían espada conmigo pues, tan borrachos y alegres como estaban, serían incapaces de sostenerla.
Cuando por fin se percataron de mi presencia, no pude evitar ponerme a la defensiva y, en un acto instintivo, acerqué mi mano a la empuñadura, aunque no fue necesario, como he dicho, desenvainarla, porque ellos con gran alborozo me convidaron a desmontar. Creo que debieron de tomarme por alguno de sus parientes, pues me unieron sin ningún tipo de recelo a sus chanzas.
Como quiera que debido al largo camino que llevábamos recorrido, tanto a mi cabalgadura como a mí, más a mí que a él, pues en algún momento su buche pudo al menos regalarse con algún que otro hierbajo, pero no así el mío, nos aguzaba un hambre bastante atroz, al ver las viandas preparadas encima de aquella mesa y deleitándome del licor rojo que pasaría por mi gaznate, no dudé en bajar de mi rocín, quitarle los aperos y dejarle libre por la pradera donde podría pastar a sus anchas. Fue entonces cuando me uní a aquellas gentes y, comiendo y bebiendo como hacía tiempo que no lo había hecho, grité y canté hasta casi desollarme la garganta. Creo que fui más tenaz incluso que cualquiera de ellos.
Cuando mi estómago se encontró bastante harto tanto de comida como de bebida, pues es sensato reconocer que no sabía exactamente la cantidad de buen vino que me había echado al coleto y, antes de desplomarme como estaba seguro que me ocurriría, tuve un ramalazo de lucidez para preguntar al que tenía más cerca por el motivo de tal celebración.
—¡Pues sí que estás borracho!, —fue lo que me dijo— ¿No recuerdas que la Engracia y el Manuel tuvieron a bien formalizar su relación ayer?
Acto seguido me agarró por el cuello de tal forma que caímos los dos rodando por el suelo. Entonces, mirando un cielo estrellado que parecía iba a caer sobre mi cabeza, dije a voz en grito:
—¡Bendito el que tuvo la gracia de comenzar por estos lares la celebración de las Tornabodas y benditos también todos los que la continuaron haciéndola arraigar hasta nuestros días!
Ya no fui capaz de más, pues caí en un profundo sueño del que no desperté hasta bien entrada la siguiente mañana en que, despidiéndome de las gentes que tan amablemente me habían acogido, aparejé a mi penco y me dispuse a continuar mi camino pues aún me quedaban unas cuantas leguas para llegar a mi destino.
Julita San Frutos©

4 comentarios:
Este relato me ha hecho sonreir también. Tanto por la simpática historia como por el lenguaje utilizado que, automáticamente, lleva a la mente al castellano antiguo, con palabras caídas en desuso pero que recuerdan las obras de aquellos escritores célebres que acompañaron nuestra juventud.
Muy interesante. Personalmente, pido más!
Gracias Julita.
Gracias a tí Marina como siempre por tu comentario y gracias también por pedirme más, sin lugar a dudas es un incentivo para mí y procuraré, como he dicho en otras ocasiones, continuar escribiendo.
Un abrazo 🤗😊
Juli, en este relato has estado genial. No conocía esta faceta tuya.
Yo no he leído El Quijote, pero sí que he escuchado narraciones sobre él y te puedo garantizar que me lo ha recordado.
Ese castellano de antaño que me parece que ha de ser bastante difícil de escribir.
Enhorabuena, de verdad.
Y te quiero dar las gracias porque no sabía qué era una tornaboda. Parece que, por lo menos por esta zona, ya está en desuso. Yo nunca lo había escuchado. Aunque también es cierto que, de normal, se celebra sólo el día de la boda. Parece que estar varios días de fiesta es más típico de otras culturas.
Y estoy de acuerdo con Marina. A ver si tenemos suerte y nos deleitas otra vez con este lenguaje tan peculiar.
Un besote,
Helen.
Gracias Helen como siempre por tu comentario.
La palabra tornaboda no se utiliza en estos momentos aunque la RAE por supuesto la contempla. Dice que es el día después de la boda pero, al parecer y sobre todo en Castilla, antiguamente las bodas duraban más días y ese era el significado.
Yo me basé en ello para escribir mi relato, aunque en él no explico el tiempo que podían llevar de celebración, pero sí que se lo pasaban en grande bebiendo, comiendo y cantando.
No sé cuando se me ocurrirá otro relato con ese lenguaje pero lo que si puedes tener seguro es que lo pondré por aquí.
Un abrazo muy fuerte.
Julita
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