1 de febrero de 2020, un nuevo mes y una nueva publicación. Hoy me refiero a lo triste que puede resultar tomar la decisión que en ese momento nos parece acertada, pero que con el paso del tiempo y al retroceder en nuestro pensamiento, llegamos a la conclusión de que debíamos haber actuado de otra manera, pero lógicamente, ya no tiene remedio.
Julita
¿Por qué he rebuscado en el cajón?
¿Qué me ha impulsado a coger esta foto tanto
tiempo olvidada?
Estoy segura de que nunca obtendré una
respuesta. Pero lo cierto es que ahora que la tengo ante mis ojos, mi mente
empieza a recordar y no puedo impedir que me broten las lágrimas y que,
resbalando por mis mejillas, me hagan sentir su sabor ligeramente salado.
─Igual que aquél día, ─pienso─
el día aciago que cambió mi vida.
Mientras, mi retina, entre la humedad que la
rodea, intenta vislumbrar la imagen que representa y que no es otra que tu
silueta alejándose por la vía hasta que únicamente fuiste un punto en
la distancia.
¿Qué nos llevó a aquella situación? ¿Cómo
pudimos separarnos de ese modo?
La miro y recuerdo que mi llanto, como un
torrente, se deslizaba por mi cara hasta notar mi blusa empapada por él,
mientras que, con un hilo de voz, te suplicaba que no te fueses, que no me
dejases, que jamás podría seguir viviendo si tú no estabas a mi lado. Pero…,
todo fue inútil.
─Mereces a alguien mejor ─me decías.
