martes, 1 de diciembre de 2020

LA REALIDAD

 Buenas tardes, hoy día 1 de diciembre continúo con el tema de los sueños, al parecer me he aficionado, así que os dejo un minirrelato en el que se habla de ellos.

Un abrazo.

Julita

  Una noche me encontraba tumbada en la oscuridad mirando al cielo cuando vi algo que brillaba con más intensidad que lo demás, por lo que me decidí a preguntarle:

¿Quién eres? ¿Eres el sol?

No me contradijo el sol no brilla en la noche.

¡Ah! ¡Entonces eres la luna!

No, de nuevo te equivocas, la luna no brilla, únicamente refleja la luz del sol.

¡Vale! le dije─ ¡Eres una estrella!

No me contestó de nuevo tampoco soy una estrella.

  Me daba cuenta de que me estaba mosqueando y no quería parecer descortés, así que pensé que lo mejor seria preguntarle directamente quién era.

Soy tus sueños.

─ ¿Mis sueños?

Sí los que no has cumplido. Brillamos para recordarte que estamos aquí esperando nuestro momento.

Pero, yo únicamente veo una luz y tú me dices que eres mis sueños.

Estamos todos juntos, pues no sabemos cuál de todos será el primero en salir.

Es que yo ya no tengo edad para cumplir ninguno. Unos los tuve cuando era joven y no me fue posible hacerlos realidad; otros cuando tenía demasiadas cosas que hacer para cumplirlos y ahora no parece el momento de hacerlo.

Bueno me dijo de nuevo cierra los ojos y piensa qué cambiarias de tu vida para que alguno de tus sueños se cumpliese.

  Me quedé pensativa un rato y reflexioné que nada de lo que había vivido merecía cambiarlo por ninguno de los sueños no cumplidos y así se lo hice saber.

Si no quieres cambiarnos por nada, significa que todos y cada uno de nosotros ha estado presente a lo largo de tu existencia sin que fueses totalmente consciente de ello.

 Y, sin añadir nada más, me hizo un guiño y se disipó en las sombras.

Julita San Frutos©

domingo, 1 de noviembre de 2020

TOCAR UNA NUBE

 Buenos días, aquí estoy de nuevo hoy día 1 de noviembre, festividad de todos los santos, para dejaros un pequeño relato de los que se me ocurren en alguno de los momentos en el que no hago nada y mi mente está descansada.

Un abrazo a tod@s

Julita

  Abrí las dos hojas de la puerta del balcón y salí al exterior para poder observar las nubes.

  Apoyándome en la barandilla, comencé a imaginar las diversas formas que a mi parecer tenían. Una de ellas llamó mi atención especialmente; parecía un duende, uno de esos que son capaces de concederte tres deseos.

  Me quedé mirándola embelesada y en ese momento, ella alargó una mano para llegar hasta mí. No podía dar crédito a lo que estaba viendo, pero alargué la mía para encontrármela.

  Comoquiera que no consiguiéramos llegar a tocarnos, me subí a la baranda y me estiré todo lo que pude.

  Fue el golpe lo que me despertó, pues me encontraba en el suelo de la habitación, con todo el cuerpo magullado y un dolor de cabeza indescriptible al haber chocado con la mesita de noche.

Julita San Frutos©

viernes, 2 de octubre de 2020

CONSPIRANOIA

 Buenos días, hoy 2 de octubre de 2020 y siguiendo con la tónica de estos últimos meses, publico un relato en el que la palabra a utilizar era la que da nombre al título CONSPIRANOIA.
La definición de esta palabra, según Fundéu es la siguiente:
Tendencia a interpretar determinados acontecimientos como fruto de una conspiración.
En fín, aquí os lo dejo.
Que lo disfrutéis.
Julita

  Recorrí todos los rincones de la casa registrando cada palmo de ella. Con mucho tiento y cuidado, abría las puertas tanto de las habitaciones como de los armarios, para estar completamente seguro de que por detrás no se escondía aquello que acabaría con todo lo que en mi mente había conseguido almacenar.

  Con esa idea me tiré a ras del suelo para observar debajo de la cama, donde no vi nada que llamase mi atención. Miré incluso bajo los sillones, las mesas y las sillas e, incorporándome, fui a la cocina donde no dejé de escudriñar ni un solo lugar.

  Volví al salón y me senté en mi sillón favorito, intenté enfrascarme en la lectura del libro que, con tanto interés, había comenzado unos días antes, pero me resultaba imposible.

  En esas me encontraba, cuando caí en la cuenta de que no había revisado el cuarto de baño, así que me levanté y pensé con mucho tino que lo mejor sería apagar las luces para, de esa forma, sorprender mejor a mi adversario.

  Estaba claro que la situación se iba a volver en mi contra si no sabía reaccionar como debía. Una gran agitación se adueñó de todo mi cuerpo y sentí unas ganas terribles de vomitar, pero me repuse, pues no era el momento de andar con remilgos.

martes, 1 de septiembre de 2020

SERENDIPIA

1 de septiembre de 2020. Siguiendo con la línea que comencé el mes pasado, el relato que publico hoy también se corresponde a un trabajo del Taller de Escritura Creativa y debía de contener las palabras que nos había indicado nuestra profesora. 

Como suelo hacer en esas ocasiones, dichos vocablos están resaltados en cursiva dentro del texto, pero el título también entraba dentro del mismo concepto. En fín, que disfrutéis leyéndolo como os digo siempre.

Julita 

  Esa mañana me desperté con una gran acedia, había perdido mi perspicacia y me sentía obnubilada por todos los acontecimientos en los que me encontraba inmersa.

  Una y otra vez tornaba sobre ellos y eso me causaba una gran cuita. Trataba de tomármelos a solfa, pero me resultaba completamente imposible. ¿Sería quizá que me estaba volviendo arcaizante y no veía más allá de mis narices?

  Superada por la situación, pregunté a mi marido si quería acompañarme a dar una vuelta para lograr que ésta se volviese evanescente, a lo que accedió gustoso (no en vano siempre está encantado de hacerlo).

  Entramos en una cafetería y pedimos dos cafés con leche. La camarera, utilizando la crema, por supuesto de la leche, nos dibujó una cara sonriente en cada uno de ellos. Eso hizo que me sintiese mejor y propusiese de nuevo a mi marido, acercarnos a comer a un restaurante, ya que era su cumpleaños y de esa forma podíamos celebrarlo.

  Una vez en el local, nos asignaron una mesa y nos sentamos, pero a mi marido le sonó el teléfono y salió a la calle para contestar. En ese momento el dueño se acercó para preguntar por las bebidas. Le comenté que no bebía, pero que como estábamos celebrando su cumpleaños, iba a permitirme tomar una copita de vino blanco.

sábado, 1 de agosto de 2020

RECUERDOS

Buenos días, 1 de agosto del 2020, seguimos con esta situación extraña que nos trajo la pandemia, pero a la que se ha añadido un calor agobiante que nos hace sentirnos un poco más abrumados aún de lo que ya estamos.
Después de cuatro meses en los que me he dedicado a publicar relatos en el que el tema lo había desarrollado teniendo en cuenta la etapa que vivimos, he decidido cambiar y, el de hoy, está escrito utilizando diferentes palabras que nos indicó nuestra profesora de Escritura Creativa y que son las que aparecen en letra cursiva.
En fin, acabaréis pronto de leerlo porque es corto pero, como siempre, espero vuestros comentarios.
Julita

  Me encontraba sentado en la arena de la playa y no pude evitar sentir el olor penetrante del mar. Miré como las olas chocaban contra los guijarros, volviendo una y otra vez sobre sí mismas.

  Levanté la vista al cielo y empecé a recordar como pude ser tan susceptible. Me di cuenta, en ese momento, de que había perdido mi verdadero yo y me había convertido en un mamotreto.

  Las nubes, blancas como el algodón, formaban inverosímiles figuras y me pareció que si las pudiese coger entre mis dedos, se desharían, tal y como lo hace la nieve al sentir el calor de nuestra mano.

  Antepuse mi libertad a su cariño y las palabras salieron de mi boca formando una fuente de improperios, que no se merecía.

  Y, allí estaba yo, como una albahaca a la que alguien se ha olvidado de regar y que, a través de sus hojas llora el abandono, dejándolas inertes hasta que se desprenden sin remedio renunciando a seguir formando parte de su belleza y, caen al vacío donde ya nada les aguarda.

  Supe que ese sería mi destino, llorar como lo hace la planta, marchitándome lentamente hasta que, quizá un día, vuelva a ser el que era y averigüe como corregir mi error.

Julita San Frutos©

 

miércoles, 1 de julio de 2020

VIVIENDO EL MOMENTO

1 de julio de 2020, un nuevo día, un nuevo mes y una nueva publicación. Este relato, igual que los tres anteriores, lo escribí mientras nos encontrábamos en confinamiento, fue una forma de evadirme de la situación que estábamos viviendo. Ahora, cuando parece que nos vamos acercando a una normalidad relativa, tenemos la sensación de que aquello únicamente es un mal recuerdo y yo, espero, que sea así.
Un abrazo
Julita

   Hoy hace un día precioso, lo he descubierto al asomarme por la ventana de la cocina mientras saboreaba mi taza de café con leche, la que me hace revivir cada mañana. Pienso que con un día así no voy a poder resistir quedarme en casa, así que, aunque todo esté en mi contra, quiero pasar la jornada en la montaña. Es una pequeña y no muy lejana, pues puedo verla desde otra de las ventanas de mi hogar.

  Concluyo mi desayuno, pongo la taza y el plato que he utilizado dentro de la pila con la intención de ocuparme de ellos más tarde y, me dirijo a la habitación para equiparme convenientemente: pantalones cómodos, camiseta, polar por si refresca, zapatillas y calcetines que hagan agradable el paseo. Me paro un momento a pensar si no me interesaría llevar un pequeño almuerzo, más que nada por si me alargo en mi caminar y me entra hambre, pero lo descarto, no creo que sea necesario, pues acabo de tomar un buen alimento, eso sí, una botellita de agua no me vendrá mal para compensar el esfuerzo.

  Salgo de mi casa y, en la escalera, me cruzo con mi vecino Juan. Es un señor muy agradable y educado que, a estas horas, cada día, saca a pasear a su perro Pipo. Pipo es muy cariñoso y se acerca a mí moviendo el rabo y requiriendo mis caricias. Yo, como no puede ser de otra manera, porque me encantan los animales, le acaricio mientras pregunto a su amo por su salud.

  El hombre me dice que, dadas las circunstancias y con su edad, no se puede quejar, que va aguantando bastante bien. Me despido de los dos dispuesta a continuar mi camino dirigiéndome al monte elegido. A la mitad más o menos del paseo, tengo que pararme a descansar sentada en una piedra y, me recrimino, por no haberme mantenido en mejores condiciones, de la misma forma que me propongo que no me vuelva a pasar, me ejercitaré todos los días. Pero, en este momento, no tengo más remedio que parar, pues no es cuestión de llegar agotada.

lunes, 1 de junio de 2020

UNA SITUACIÓN EXTRAÑA

1 de junio de 2020. Llevamos ya unos cuantos días del estado de alarma por la Covid-19, no se exactamente cuántos pues creo que he perdido la cuenta, pero hoy quiero publicar un cuento que se me ocurrió cuando aún estábamos en confinamiento total y mientras observaba el comportamiento de nuestros gatos, así que aquí lo dejo para que lo podáis leer y opinar sobre él todo lo que os parezca.
Un saludo.
Julita

  Llevo unos cuantos días notando en mis amos una actitud extraña, lo he comentado con mi hermana Nube y ella está de acuerdo conmigo. No se van de casa para nada y, al principio, se pusieron a limpiar como locos.

  Pensábamos que iban a acabar mal pues no paraban de ir de aquí para allá y de allá para aquí, armados con todos los utensilios necesarios para poder llevar a cabo su afán de limpieza. Yo, quería jugar con ellos como hago muchas veces y por eso me escondía en los armarios o dentro de las camas pero, al final, no tenía más remedio que irme al jardín y dejarles trabajar, pues tropezaban conmigo continuamente y me recriminaban diciéndome:

—¡Ya está bien Blaqui, no podemos limpiar contigo!

 Menos mal que esa fiebre se les pasó, pero desde entonces, Nube no para de decirme que está harta pues, como se pasan el tiempo dando vueltas por el jardín, tanto ella como él, la pobre no puede cazar las Lagartijas ni los Dragones que se encuentra y que es algo que le encanta, pues en cuanto se dan cuenta de lo que está haciendo, se los quitan y los esconden en algún lugar al que le resulta imposible acceder.

  A mí eso no me preocupa mucho, yo no soy muy de cazar, pero eso sí, me gusta jugar con los animalitos que trae. Lo pasamos fenomenal, la pena es que no duran mucho y no sé porqué, quizá sea porque somos un poco brutos jugando. Bueno, en eso también me gana ella,yo soy un poco más suave, al menos es lo que comentan mis amos cuando me dejo acariciar y me coloco en sus piernas ronroneando.

  A los dos nos encanta salir de la casa por la gatera y, cruzando entre los cipreses de la valla, nos dirigimos a los demás jardines que nos rodean, así ampliamos un poco más nuestras experiencias. Como ya llevamos aquí casi dos años, pues vinimos poco después de nacer, hemos conseguido aprender, a base de golpes y experiencias negativas, en los que podemos entrar y en los que no, pero, cuando este comportamiento extraño empezó, nos quedamos expectantes pensando qué era lo que podía ocurrir y, por eso, empezamos a no distanciarnos mucho de ellos. Total que hemos cambiado nuestra costumbre de salir a explorar lugares diferentes, para acompañarles en sus vueltas por el jardín y dormir de forma que, cada vez que abrimos los ojos, no se encuentren lejos de nuestra vista.

viernes, 1 de mayo de 2020

MIENTRAS LA COVID-19...

Hoy 1 de mayo y, si no me equivoco, día 48 de nuestro confinamiento, tengo claro que cada un@ de nosotr@s tratamos de mantener activas nuestras neuronas y yo, que no soy una excepción, lo hago a mi manera, escribiendo.
Con el relato de hoy quiero rendir un pequeño homenaje a todas las personas que han perdido la vida en estos días pero, muy especialmente, a nuestros amigos que siempre lo fueron y que lo seguirán siendo allí dónde se encuentren.
Julita  
  Isabel notó como las piernas le temblaban. Apoyó la mano derecha en el reposabrazos del sillón preferido por él, la butaca en la que se sentaba frente al televisor para ver las noticias. Se dejó caer en su regazo al darse cuenta de que estaba muy cerca de perder el equilibrio y apoyó la cabeza en el cuenco que formaron sus manos al juntarse. No pudo evitar que los recuerdos volvieran a su mente como cada día. Como cada hora de cada día… como cada minuto de cada día… pues no conseguía pensar en nada más.
  Rememoró los días que habían pasado desde que comenzó esta epidemia y se preguntó, como tantas otras veces, el motivo por el que había azotado con tanta fuerza precisamente a su familia. Retrocedió mentalmente  al momento en que le comunicaron que su hijo y su nuera se habían contagiado y se encontraban ingresados. Sin saber el motivo, pues no era especialmente religiosa, había pedido a Dios que velase por ellos.
  También recordó como Juan le había cogido de la mano y le había infundido la fuerza necesaria para afrontar esa situación ¡Llevaba tantos años siendo su apoyo, el pañuelo que secaba sus lágrimas, cuando por una razón u otra acudían a sus ojos, que estaba segura de que le resultaría imposible seguir viviendo si le perdiese!
  Lentamente levantó la cabeza y se quedó con la mirada fija en el libro que él estaba leyendo cuando le comentó que no se encontraba bien. En aquel momento su cerebro trabajó a gran velocidad preguntándole por los síntomas, pero se tranquilizó al pensar que no coincidían con los que repetían constantemente. Aun así, decidió hacer una llamada al número que les habían proporcionado, pero la respuesta no fue la que su subconsciente hubiese querido escuchar:
No parece grave… ahora estamos muy saturados… no podemos mandar a nadie en este momento… no tenemos ambulancias disponibles… haga que descanse y se relaje…

miércoles, 1 de abril de 2020

EN CUARENTENA

 Buenos días, hoy día 1 de abril y 18º de nuestro confinamiento, voy a publicar un nuevo relato siguiendo con el propósito que me hice cuando comencé este blog.
Tengo que decir que no era éste el que tenía pensado, pero al escribirle como un trabajo del Taller de Escritura que, dicho sea de paso, continuamos a través del grupo de whassap, me ha parecido que era el mejor día para que podáis leerlo.
Espero que sirva para sacaros una sonrisa.
Un abrazo.
Julita

  Este relato hubiese podido comenzar como lo hacen otros muchos diciendo: Un día cualquiera..., pero no fue así, pues nos encontrábamos a pocas horas de finalizar una de las primeros jornadas en que el Gobierno nos había instado a permanecer en confinamiento y mi marido y yo nos hallábamos frente a frente llevando a cabo uno de los rituales más extendidos en nuestra sociedad: la cena.

  En un momento dado tuve la genial idea de hacer un comentario totalmente ingenuo, o eso fue lo que pensé en ese momento, aunque la realidad se perfiló completamente diferente:

Aprovechando que estamos encerrados, podíamos hacer una limpieza de la casa, pues hace unos días ya que la hicimos fue mi observación.
  ¡Craso error! Ahora, en la perspectiva, me doy cuenta de que no fui consciente de su verdadero potencial, pues estoy cada vez más convencida de que, en el caso de que hubiese nacido en esta época, le habrían diagnosticado con TDA, pero por aquél entonces estas siglas no existían y únicamente le adjudicaron las NSP o lo que es lo mismo: Niño Sumamente Pesado.
  Al día siguiente y después de haber concluido el desayuno, se presentó donde yo estaba, armado con todos los utensilios necesarios para llevar a cabo la idea manifestada por mí la noche anterior.
  Fueron inútiles mis argumentos; que no corría prisa…, que teníamos muchos días por delante…, que podíamos cogerlo con calma…, pues a las 9 de la mañana nos dispusimos a enfrentarnos a unos de nuestros enemigos cotidianos, el polvo y sus consecuencias.