Estamos ya en septiembre, se van acabando las vacaciones y volvemos a nuestra rutina diaria, los que vuelvan, porque algunos como es mi caso, no encontramos gran diferencia entre un mes u otro. En fin, dejo aquí uno de mis relatos para que cada persona que lo lea, saque sus propias conclusiones.
Julita
Estoy sentada en la sala de espera de un
hospital. Fijo la mirada en algo redondo y rojo, no demasiado grande, que
sobresale del techo a poca distancia de donde me encuentro y, me quedo
mirando embelesada.
Me pregunto el motivo de esa atracción, pues
a simple vista, no hay nada en ese objeto que pueda fascinar a alguien.
Continúo fijándome, esta vez con más detalle;
el techo, al igual que las paredes, son de un blanco casi impoluto, únicamente
degradado por alguna que otra marca, señal inequívoca del paso de personas por
esta estancia que, lógicamente, han tenido que ser muchas y pienso que serán otras más las que continuarán pasando y dejando, como sus predecesoras,
constancia de ese hecho.
