Estamos a 1 de abril, un día lluvioso de los pocos que se presentan en la Comunidad Valenciana, quizá por eso es por lo que he decidido publicar este relato, o quizá no haya sido por eso, no estoy muy segura, la verdad es que voy a hacerlo. Se que es un poco fuerte, pero también publico otros mucho más suaves, en fín, aquí os lo dejo.
Julita
Me pediste la mano y te la di.
Me dijiste: ¿Me das tu cuerpo? Y… te lo
entregué.
Tus besos tenían el sabor de la fruta dulce y
madura.
Estar entre tus brazos era para mí lo más
parecido a encontrarme en el cielo.
Por eso, sin dudarlo y sin que ni siquiera me
lo pidieses, te ofrecí lo que consideraba lo más importante: “mi corazón”.
Vivía entonces en una luna redonda, hermosa,
brillante… ¡Estaba segura de que no había nada que pudiese ser mejor que
aquello!
Esa fue la razón por la que, cuando llegó
aquel trozo nuestro, aquella vida palpitante que era tanto tuya como mía, fuese
la culminación, el deseo cumplido.
¿Quizá ocurrió en aquel momento? Es posible
que sí. Cuando vuelvo la vista atrás y me enfrento a mis pensamientos, me doy
cuenta de que tuvo que ser entonces.
No paro de pensar en lo que debió de pasar y quizá, todo se debió a que yo me sentía como en una nube y no
fui capaz de fijarme en qué lugar te habías quedado anclado tú.
Pero…, tu voz empezó a cambiar de tono cuando
te dirigías a mí; tus palabras dejaron de ser amables y se volvieron bruscas,
desagradables…
Sentía miedo de tu presencia y temblaba
delante de una mirada tuya.
El roce de tu piel con la mía, era un látigo
que me quemaba, lacerándomela.
Entonces llegó el primer empujón… El primer
grito… La primera bofetada… La primera explicación absurda a las magulladuras
que decoraban mi cuerpo…
Decidí asistir a ese espectáculo como si yo
no formase parte de él. Cuando sentía tu fuerza imponiéndose a la mía, dejaba
que mi mente vagase, recordando lo que un día fuiste, y preguntándome el porqué
del cambio increíble del que era testigo.
Estrujaba mi cerebro; evocaba nuestra vida
juntos; la que compartimos y…, no conseguía encontrar una razón.
No sé cuánto tiempo estuve aguantando esa
situación y es posible que aún siguiese soportándola, si no te hubieses
acercado, con la suciedad de la mente perversa que no conoce límites, a ella, a
nuestra niña. Fue en aquel momento cuando se
me nubló la razón, no importaba que tu ira se cebase en mí, pero ella
no, ella es mi vida y pensé que la tuya no tenía sentido.
Ahora estamos aquí, tu ahí tendido y yo
mirándote, hablándote y tratando de poner en orden mis pensamientos.
Me dicen que ya no respiras, que no volverás
a hacerlo, que te di demasiado fuerte, que acabé con tu existencia…, sin pensar
en que fuiste tú quién, hace tiempo, acabó con la mía.
No quiero pensar en mi futuro, nunca será
peor que el pasado contigo, pero necesito que sepas que no has vencido, que
lucharé, que lo haré por ella, por esa parte de mí que un día también fue
tuya, para que comprenda que yo encontré una fruta podrida, pero el motivo no
fue otro que el de no buscar suficiente en el cesto, no lo hice como debía. Me
deslumbró su brillo, su tacto suave... y no fui capaz de ahondar en su interior.
Le enseñaré a leer en los ojos la verdad, a
no dejarse engañar por las apariencias, y que, si aun así se equivocase, sepa
enfrentarse a la realidad con toda la fuerza que, por su condición de mujer, ha
nacido.
Julita San Frutos©

6 comentarios:
Qué razón tienes de que muchas veces las apariencias engañan, hay quién parece un angel y dentro de casa es un demonio, para mí incomprensible. Debería de poderse apreciar antes de arrepentirse después. Jose
Si Jose y es una pena que tantas veces nos equivoquemos al juzgar a las personas. Un abrazo.
Efectivamente Juli has tratado un tema muy duro y complicado de solucionar que además se da en todos los niveles sociales. El maltrato siempre ha existido y no sé si alguna vez dejará de hacerlo. El hombre, so pena que sea muy enclenque, físicamente, siempre va a ganar. Es cuestión de fuerza. ¿Cuánto ha de cambiar la sociedad para que esto termine?
Es tan bonito tener a tu lado a una persona que te quiere, que te respeta, que te protege, que está pendiente de ti...
Ha de ser horrible vivir con una persona a la que creías conocer y que te defrauda de esa manera y a la que sólo le tienes miedo.
Cuando no hay amor, ni confianza, ni respeto. Cuando todo es oscuridad se ha de hacer muy difícil vivir.
Pero cuando encima los niños pasan a formar parte de esa situación, entiendo perfectamente que una madre actúe de esa forma.
Hay vidas muy desgraciadas y cuando pones a una persona al límite, nunca sabes cómo va a reaccionar.
Si nos tomamos la justicia por nuestra cuenta esto se puede convertir en el Oeste americano pero... bien pensado, este individuo ya no le podrá hacer daño a nadie más.
Como siempre te digo, gracias por hacernos reflexionar.
Un abrazo.
Helen Pi
Y yo te digo Helen, como lo hago siempre, que gracias por tus comentarios y por decirme que cuando lees lo que escribo, consigues reflexionar.
Tienes razón cuando dices que no es lógico tomar la justicia por nuestra cuenta pues sería un desbarajuste, por eso, el personaje de mi relato le mata sin querer hacerlo, he querido evitar precisamente eso, que se pudiese pensar que veo bien actuar a nuestro libre albedrío, aunque te tengo que confesar que a veces se me pasa por la cabeza en ciertas circunstancias.
Y sí, también es una suerte poder contar con una persona a tu lado tal y como describes, por desgracia hay mucha gente que no goza de ese privilegio.
Un abrazo para tí y todos los tuyos y hasta el siguiente.
Julita
Estoy de acuerdo con todo, Julita. Tanto tu relato como los comentarios que ha suscitado. El respeto tiene que presidir nuestras vidas porque es la base sobre la que asentar cualquier relación. Y, aunque también comparto totalmente la opinión de que no podemos tomarnos la justicia por nuestra cuenta, cómo conseguir respetar a quien no nos muestra el más mínimo respeto? Si, además, los hijos se ven involucrados en una espiral de violencia, cómo no reaccionar, incluso brutalmente? No es la solución, pero cuál sería?
Gracias por ayudarnos a reflexionar sobre la complejidad de los seres humanos, entre otros temas.
Gracias a tí Marina, no sabes lo que supone para mí recibir vuestros comentarios y poder entablar un diálogo. Estoy de acuerdo contigo, al igual que con Helen, de que no podemos tomar la justicia por nuestra mano, pero también lo estoy en cuanto a que cuando los niños se ven involucrados, nuestra reacción no es previsible, pienso que más de una madre hubiese reaccionado como lo hace la del relato, al menos en mi opinión y es por eso por lo que lo he reflejado de esa forma.
Un abrazo y como digo, me encantará que sigáis dándome vuestras opiniones.
Juita
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