Estamos a 1 de abril, un día lluvioso de los pocos que se presentan en la Comunidad Valenciana, quizá por eso es por lo que he decidido publicar este relato, o quizá no haya sido por eso, no estoy muy segura, la verdad es que voy a hacerlo. Se que es un poco fuerte, pero también publico otros mucho más suaves, en fín, aquí os lo dejo.
Julita
Me pediste la mano y te la di.
Me dijiste: ¿Me das tu cuerpo? Y… te lo
entregué.
Tus besos tenían el sabor de la fruta dulce y
madura.
Estar entre tus brazos era para mí lo más
parecido a encontrarme en el cielo.
Por eso, sin dudarlo y sin que ni siquiera me
lo pidieses, te ofrecí lo que consideraba lo más importante: “mi corazón”.
Vivía entonces en una luna redonda, hermosa,
brillante… ¡Estaba segura de que no había nada que pudiese ser mejor que
aquello!
Esa fue la razón por la que, cuando llegó
aquel trozo nuestro, aquella vida palpitante que era tanto tuya como mía, fuese
la culminación, el deseo cumplido.
