Hoy publico este cuento pensando que quizá ayude a poder enfrentarse al problema que supone convivir con un niño con TDA, pero no estoy del todo segura, espero que con vuestros comentarios me hagáis saber si es verdad lo que he intentado conseguir o no. Un saludo a tod@s.
─
Sofía
─dice la
maestra
suavemente─ ¡mírame a mí! ¡estate atenta cinco minutos! solo cinco minutos
mientras acabo la explicación que os estoy dando. Siéntate en tu sitio que
enseguida acabo.
Pero Sofía no puede parar, se levanta de su silla, se vuelve a sentar,
se va a un rincón de la clase y de nuevo se acerca a su mesa.
La maestra sabe que Sofía es una niña un poco difícil, su mente no la
deja descansar un momento y la hace moverse, distraer a sus compañeros
continuamente, incluso sin dejarles jugar tranquilos, quitándoles los juguetes
en el recreo. Aunque tampoco la deja corretear con ellos ni unirse a sus
juegos.
Ha leído mucho sobre estos niños y sabe que lo que más necesitan es tranquilidad
y cariño, pero ¿cómo conseguirlo en una clase con críos tan pequeños? Ha
intentado hablar con ellos, explicarles la situación, ellos mueven sus
cabecitas afirmando que entienden lo que se les pide, pero después, cuando
tienen que enfrentarse al día a día, continúan viendo a Sofía extraña, al no
amoldarse nunca a las pautas del colegio, ni de ellos mismos en las
diversiones.
Luis levanta la mano y
la maestra le pide que hable.
─ Señorita, es que como Sofía no
para de moverse yo no entiendo nada de lo que está explicando.
─ ¡Ni yo! ─levanta la mano Paloma.
─ ¡Ni yo!
─ ¡Ni Yo!...
Se van levantando las
manos una tras otra.
─ ¡Ya lo sé! ─suspira
pacientemente la maestra─ vamos a ver si entre todos conseguimos que Sofía esté
calladita y sentada un ratito.
─ ¡Sofía, si te sientas en tu
sitio y te quedas un rato quieta te vamos a dar 10 puntos, ¡son muchos! y sabes
la de cosas que se puede conseguir con ellos!
Sin dar tiempo a que acabe de hablar, Ramón ya se ha acercado a Sofía y
la agarra de la mano para acompañarla a su mesa, piensa que hace un gran favor
a la maestra y a Sofía, pues le parece que la niña no ha entendido muy bien lo
que le están diciendo, ya que mira a todos sin acabar de centrarse en nadie.
Pero ella le aparta y se pone a chillar:
─ ¡Déjame! ¡Déjame! ¡No me toques!
Ramón se asusta y sale corriendo para refugiarse en los brazos de la
maestra. Los demás niños miran asustados sin saber qué hacer, no consiguen
acostumbrarse a ella y a sus gritos.
La verdad es que no todas las veces Sofía se comporta así como ahora, en
ocasiones pueden jugar con ella dejándose los juguetes y tirándose por el
tobogán, por eso les desorienta tanto, porque puede pasar de estar tranquila a
que de repente se coloque en un extremo y no quiera que se acerquen a ella, o
que salga corriendo y corra sin un motivo aparente, o se acerque a algún otro
niño con la supuesta intención de empujarle. En esos casos acuden enseguida a
la maestra para pedir su ayuda y ella lógicamente tiene que mediar entre los
niños.
La maestra empieza a pensar que ese es el momento para poner en práctica
algo que le lleva rondando por la cabeza bastante tiempo. Así que les propone
un juego en el que todos pueden participar:
─ Nos vamos a sentar todos en el suelo formando un corro,
¡Sofía si quieres tú también puedes sentarte con nosotros! ─dice.
Pero la niña no quiere
saber nada y se queda en un rincón de la clase.
─ Bien ─continúa la maestra una
vez todos los niños, menos Sofía, están sentados en el círculo─ Ahora empezando
por mi derecha vais a ir pidiendo lo que os gustaría que os hiciesen vuestros
compañeros. Vamos a poner un ejemplo y lo hacemos con Luis que es el primero:
¿Luis, te gustaría que alguno de tus amigos, o todos, se acercasen a ti para
darte un abrazo, darte un beso, hacerte una caricia, dejarte algún juguete o
cualquier otra cosa que se te ocurra?
Luis, al que la pregunta le ha dejado muy pensativo, tarda un poco en responder…:
─ ¡A mí me gustaría que todos mis
compañeros me diesen un abrazo!
─ ¡Muy bien Luis! ─dice la
maestra─ Ahora os vais levantando y abrazáis a vuestro amiguito.
Todos los niños van cumpliendo el deseo de Luis, alguno le abraza tan
efusivamente que acaban rodando por el suelo.
─ A ver Cristina, a ti ¿qué te
gustaría?
Cristina ya ha tenido tiempo de pensar, así que responde inmediatamente:
─ ¡Me gustaría que Ramón me diese
un beso!
─ ¡Ramón, cumple el deseo de
Cristina! ─indica la maestra.
Ramón se pone un poco rojo, pero se acerca a Cristina y la estampa un
sonoro beso en la mejilla. Ahora es a Cristina a la que la cara se le hace roja
como un tomate.
La maestra está pendiente de la reacción de Sofía y ve como poco a poco
la niña se acerca al corro, cuando ya está junto a todos, los niños
instintivamente se apartan. Sin poder evitarlo, a la maestra, le da un vuelco
el corazón, piensa que la van a rechazar, y eso estropearía todas sus buenas
intenciones, pero no, lo que están haciendo es dejarle un sitio y entonces,
consigue suspirar aliviada.
Paloma pide algo muy extraño, ¡pide que le hagan cosquillas!, dice que
la encanta porque sus padres se las hacen y se ríe mucho. La maestra le
pregunta que quién quiere que se las haga, pero ella no lo tiene claro, así que
decide pedirle a Jaime que sea él el que cumpla el encargo, pues es el más
tranquilo y obediente de todos y así evitará el guirigay que se podría formar
si el encargo recayese en todos los niños.
Van pidiendo sus deseos según el turno que les corresponde. Está por
ejemplo el de Ramón que quiere que
Javier le deje el camión que lleva en la mochila y Javier se apresura a
dárselo, aunque le avisa:
─
¡Un rato eh!
Carlota también quiere
un beso pero de su amiga Leonor…
Cuando le llega el turno a Sofía, la maestra formula la pregunta igual
que ha hecho a los demás niños y la respuesta de la niña sale rápido de su
boca:
─ ¡Quiero abrazar a todos mis
compañeros! ¡Quiero que me acaricien! ¡Quiero dejarles la muñeca que llevo en
la mochila! ¡Quiero…!
─ Está bien ─dice la maestra─
cumpliremos todos tus deseos, pero tú tendrás que cumplir los nuestros. Ahora
puedes abrazar a todos y que te abracen a ti, mañana volveremos a jugar y te
acariciarán, pero tú tendrás que aprender a no molestarnos cuando es la hora de
aprender. Primero te costará un poco, pero luego verás cómo cada vez es más
fácil prestar atención. Por cierto, quiero decirte que no te has dado cuenta,
pero has conseguido los 10 puntos, pues has estado mucho rato con nosotros sin
moverte de tu sitio y, ¿sabes cómo los vamos a utilizar? pues cada mañana,
cuando llegues al colegio, tus compañeros te darán un beso, para desearte un
buen día.
─ ¿Y por la tarde?
─ Bueno, por la tarde también, si
es lo que quieres, pero no sé si a tus compañeros les parece bien.
─ ¡Siiiii! ─contestan
todos a la vez.
La maestra nunca se hubiese podido imaginar que su propuesta iba a tener
tan gran acogida. Ahora queda cumplir la promesa, ¡veremos mañana si los niños
no se han olvidado!
Al acabar la clase se van acercando a Sofía y cada uno, a su manera, le
estampa un beso en la cara y le dicen ¡Hasta mañana!
Todos los niños han llegado a sus casas y cada uno se dispone a pasar el
tiempo que les queda para acostarse de una forma u otra. Unos tienen deberes,
otros ven la televisión y otros, como Ramón se ponen a jugar con sus juguetes.
Ramón tiene un coche teledirigido que es una de sus grandes pasiones,
sabe que dentro de casa tiene que tener mucho cuidado para no estropear nada y
así evitar llevarse una regañina. Coloca el coche en el suelo, coge el mando y
con gran presteza le dirige por el pasillo. De repente se da cuenta que el
coche no responde a sus movimientos, choca con una pared, atropella al gato que
sale corriendo con un bufido haciendo que su abuela tropiece con él y caiga,
mientras el perro ladra haciéndose eco del jaleo que se ha montado y chupa a la
abuela que sentada en el suelo intenta comprender que es lo que ha pasado. Su
madre sale de la cocina muy enfadada, mientras Ramón trata de parar el coche
sin saber que ha podido ocurrirle. Lo pone de nuevo en el suelo sin hacer caso
de los consejos de su madre que en ese momento ayuda a su abuela a levantarse,
coge el mando y el coche funciona perfectamente.
─ ¡Ramón, deja ese coche ahora mismo! ─le grita su madre.
Pero él no entiende nada, escucha a su madre e intenta explicarle lo que
ha ocurrido, pero su madre no le oye, o no quiere oírle y no tiene más remedio
que aguantar la regañina.
De repente una luz se
enciende en su cabeza:
─ ¡Eso es lo que le pasa a Sofía!
No puede controlarse y en ocasiones le ocurre como ahora al coche, ¡se
trastorna!
Por la mañana llega al colegio dispuesto a hacer lo que sea por su
amiguita. Luis entra y dice ¡Hola!, después Laura también hace lo mismo y
Álvaro, pero él se acerca a Sofía y dándole un beso en cada una de sus mejillas
exclama:
─ ¡Buenos días!
En ese momento a la memoria de todos los niños acude la promesa del día
anterior y se van acercando a Sofía para hacer lo mismo que ha hecho Ramón.
Sofía está tan orgullosa que se queda en su sitio y pasa la clase
siguiente atenta a todo lo que ocurre a su alrededor.
Mirándolos las lágrimas nublan los ojos de la maestra y piensa que con
sus maravillosos alumnos, puede conseguirse cualquier cosa.
Julita San Frutos©

14 comentarios:
Muy positivo porque, finalmente, con cariño, comprensión y tolerancia se consigue casi todo. Es difícil saber cómo actuar en casos como el que describes, Julita, pero sea cual sea el problema, siempre es más sencillo tratar de resolverlo adoptanto esas actitudes. Con amabilidad y simpatía se puede llegar muy lejos !
Esa es mi idea, Marina, el problema es que no se si de verdad resultará al ponerlo en práctica. En fin, me gustaría que sirviese de algo. Un abrazo.
Me parece muy buena idea. Los niños son impredecibles, pero por qué no? Con motivación y refuerzo positivo puede funcionar. Un beso
Me alegro de que te parezca buena idea Verónica, sería cuestión de ponerla en práctica. Un abrazo.
Creo,que los niños que tengan algún problema sea el que sea,se podrán solucionar con mucha paciencia y comprensión por parte de todos.
Juli,de nuevo tu historia me ha cautivado gracias y a continuar. Un abrazo😊😊😊
A seguir así, Juli. ¡Un abrazo!
Gracias Tere por tu comentario, piensas como yo, que con paciencia se puede conseguir todo lo que deseemos. Un abrazo y gracias por tus ánimos.
Gracias Enric por tu apoyo, me supone mucho. Un abrazo a ti también.
Mi más sincera enhorabuena por la labor altruista que relizas.
Muchas gracias Paco por tu apoyo y porque me digas que te gusta lo que escribo. Un abrazo
Tema complicado. Hace falta mucha comprensión, paciencia y apoyo. Además habría que descartar otras circunstancias que suponen sobreestímulos como el consumo de azúcar, abuso del uso ordenadores, tablets, móviles, televisión...que afectan mucho al estres y la hiperactividad.
Es tarea difícil
Un abrazo
Enrique
Si Enrique, es tarea difícil, únicamente intento poner un grano de arena, pero por supuesto que no es suficiente. Gracias, como siempre por tu comentario, por los que se que leeis lo que escribo, me merece la pena seguir haciéndolo.Un abrazo a ti también.
Hola Julita, en este tema del déficit de atención no puedo aportar gran cosa porque no lo conozco de primera mano. Sí que te puedo decir que tengo un caso cercano con otro síndrome y cada niño es un mundo. Lo que a unos les funciona de maravilla y siguen el patrón establecido, a otros no les va nada bien.
Son los padres en primer lugar y de la mano con los profesores los que establezcan unas normas de comportamiento y de estudio para intentar que todos estos niños "especiales" salgan adelante y se comporten lo más autónomamente posible.
A todos nosotros como sociedad aún nos queda mucho que aprender.
Gracias como siempre por hacernos reflexionar.
Un abrazo.
Gracias a tí por tu comentario, se que no es tarea fácil, pero se me ocurrió este cuento para llamar la atención de los niños con respecto a sus compañeros difíciles. Pero como tú dices tenemos que aprender más los mayores que los niños. Un abrazo.
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