Nos hemos plantado en el mes de Abril casi sin darnos cuenta, pues el mes de Marzo al haber incluido la Semana Santa y San José (aunque este último se celebra todos los años el día 19), ha resultado muy ajetreado y por lo tanto ha pasado demasiado rápido.
Así que aprovecho para poner un cuento que, creo que no desdice mucho de la Pascua que estamos celebrando en estos días.
Julita
Julita
Aún no había amanecido en la Granja,
cuando Tom, el gallo, se puso a cantar como un loco.
Las gallinas trataron de abrir los ojos, mientras murmuraban:
─ ¡Este gallo cada vez canta más
temprano! ¡Nos va a matar de sueño!
A Teo el perro, aún le costó más que a las gallinas el poder levantar
los párpados, pues no en vano se había pasado la noche pendiente de cualquier
ruido que se produjese. Ese era su trabajo, tenía que cuidar de todos los demás
animalitos de la Granja y además le
gustaba mucho hacerlo, sobre todo cuando su amo le daba palmaditas en la cabeza
reconociendo su buena labor. Así que en realidad, él estaba pensando lo mismo
que ellas:
─ ¡Este gallo un día acaba
conmigo! ¡No deja descansar a nadie en paz!
A la gata, Sofi, no le preocupaba en absoluto que Tom cantase, pues lo
único que hizo cuando le escuchó, fue darse la vuelta en su cuna y acurrucarse
de nuevo mientras comentaba:
─ ¡No pienso moverme de aquí por
muy alto que cante, hasta que no oiga a mi amo que se acerca a la cocina!
Sofi no solía preocuparse mucho de lo que ocurría a su alrededor, era
demasiado tranquila, solamente lo hacía cuando alguno de los demás animales
necesitaban su ayuda.
El granjero se bajó de la cama en cuanto escuchó a Tom cantar, sabía que
era muy temprano y aunque pensó que algo le debía pasar para que hubiese
adelantado la hora, a él le iba a venir muy bien, tenía muchas cosas que hacer
antes de dirigirse a la ciudad para arreglar un montón de asuntos. Nunca
encontraba el momento de hacerlo, pues
no le gustaba nada dejar a sus animales solos.
Por su parte Tom, después de cantar y despertar a todos en la Granja, se dio cuenta de que todavía no
había salido el sol y pensó que la culpa de despertase tan temprano, era de las
pesadillas que interrumpían tanto su sueño últimamente, iba a tener que
relajarse un poco y no estar siempre tan nervioso de aquí para allá y de allá
para aquí.
Cuando el granjero ya se había vestido y bajó a la cocina para
desayunar, allí estaba Sofi maullando y esperando su ración diaria de leche.
─ ¡Esta gata solamente es rápida
para su desayuno! ─pensó.
Salió al patio y allí se encontró con Teo dispuesto a acompañarle a
arreglar a los animales. Lo primero que hicieron fue acercarse al gallinero.
Entraron los dos juntos y el granjero dijo aquello de:
─ ¡Pitas! ¡Pitas! ¡Pitaaaas!
Y todas las gallinas acudieron como locas para comer su pienso, siempre
lo hacían así, parecía que nunca comiesen, pero al ver a Teo dentro de su
corral se pusieron a cacarear y levantar las alas dando saltitos como si
quisiesen echar a volar. En ese momento apareció Tom y se lió a picotazos con
él, así que no tuvo más remedio que salir por patas e irse a refugiar a su
caseta.
Ya resguardado de todo el alboroto, pensó que nunca iba a entender a las
tontorronas de las gallinas, ni por supuesto a Tom, ¡si se veían todos los
días! ¿Qué pensaban, que les iba a quitar los huevos? Desde luego no tenían
remedio. Nunca más acompañaría a su amo al gallinero, no pensaba seguir molestándose
por ellas.
Pero cuando el granjero pasó por delante de su caseta, acariciándole la
cabeza le dijo:
─ No les hagas caso, se asustan
por todo, incluso por ti y eso que están cansadas de verte. Acompáñame y te
contaré el plan que tengo para hoy.
Mientras ponían la comida al resto de los animales, le explicó que tenía
que irse a la ciudad y que volvería muy tarde, así que confiaba en él para que
cuidase de la Granja, sabía que lo
haría muy bien.
Teo emitió un suave ladrido para darle su conformidad, ya que los perros
no tienen otra forma de comunicarse con las personas.
El granjero se despidió de todos y una vez estuvo preparado, arrancando
el coche, se perdió por el camino.
Teo se tumbó, tratando de recuperarse del trabajo que siempre tenía, pero
le duró muy poco la tranquilidad; de repente, le pareció ver a lo lejos dos
figuras que se acercaban. Enseguida pensó que lo más seguro era que no viniesen
con buenas intenciones, (quizá por su instinto perruno) así que fue a buscar a
Sofi y a Tom, necesitaba de su ayuda para preparar a todos los animales y así
llevar a cabo el plan que ya se le había formado en la cabeza.
Los encontró enseguida y para su sorpresa, le
prestaron atención rápidamente. Cuando las figuras se acercaron, pudieron ver
que eran dos hombres y que tal y como había pensado Teo, ¡no venían a ayudar en
la Granja ni mucho menos! Los
hombres, muy sigilosamente, se metieron en el corral seguros de que nadie se
había percatado de su presencia. En el gallinero, las gallinas incubaban tranquilamente
sus huevos, simulando estar ajenas por completo a lo que ocurría, pero en el
momento en que uno de ellos quiso meter la mano debajo de una para robarle su
huevo, todas empezaron a cacarear y se liaron a picotazos con ellos ¡menudas
eran! Apareció Tom al momento, picando más que nadie y acto seguido, fue Sofi
la que llegó, y enganchándose a la pierna de uno, no dejaba que se pudiese
mover. Entonces le tocó el turno a Teo, que se abalanzó sobre ellos
enseñándoles los dientes, la verdad era que no tenía intención de morderles,
pero sabía que cuando hacía eso, a los demás les daba mucho miedo.
Los hombres se soltaron como pudieron de todos aquellos animales, ¡cosa
que les costó lo suyo! pero cuando trataron de salir del corral,
tropezaron en la puerta con los cerditos
más jóvenes, que les esperaban muertos de risa y agazapados. Dando traspiés,
cayeron de bruces en el estiércol. En ese momento apareció Tristán, el caballo,
que era muy tranquilo, pero si molestaban a sus amigos, entonces la cosa cambiaba,
así que dándoles una gran coz les hizo aterrizar en un campo cercano.
Ni que decir tiene que los hombres huyeron despavoridos con la intención
de no volver nunca más por allí, no entendían nada de lo que había pasado,
¡estaban muy asustados!
Los animales chocaron patas y alas y juntaron picos y hocicos muy
contentos. Como estaban solos, aprovecharon para montar una gran fiesta, así
que cuando el sol se ocultó, cayeron rendidos en un profundo sueño.
Al llegar el granjero, Teo fue a recibirle, como era su costumbre. El
hombre miró a su alrededor y comprobó que la Granja estaba tal y como él la había dejado al marcharse, así que
acarició al perro diciéndole:
─ ¡Eres un gran perro! ¡Sabía que
podía confiar en ti!
Entró en la casa para descansar y Teo corrió a contarles a sus amigos lo
que el amo le había dicho, ¡quería compartirlo con ellos! pero estaban tan
dormidos que no quiso despertarlos. Los miró con cariño y pensó que de no haber
sido por su ayuda, él sólo nunca lo hubiese conseguido.
Julita San Frutos©

12 comentarios:
Buenas tardes Juli,la historia me ha encantado,en cada uno de tus relatos nos sorprendes.No dejes de escribir es un deleite leer tus bonitas historias.Un fuerte abrazo Tere.😘😘😘
Me encantan tus comentarios Tere y por supuesto, como te he dicho otras veces, que te guste lo que escribo, por personas como tú es por lo que lo hago. Muchas gracias de corazón.
Cuento/relato divertido y serio a la vez por lo ocurrido en la granja, además de recalcar lo importante que es el trabajo en equipo.
Un abrazo.
Aunque este cuento ya lo conocía,ahora al leerlo me ha resultado muy entretenido. Un abrazo.
Me alegro Javi de que el cuento te parezca divertido y tienes razón en lo del trabajo en equipo, me parece muy importante y no es la primera vez que lo incluyo en mis cuentos. Un abrazo a tí también.
Gracias Jose por haberlo leído de nuevo y que te haya entretenido. Otro abrazo.
Una vez más, Julita nos ofrece un relato gracioso y entretenido pero que, al mismo tiempo, recalca la importancia de la solidaridad. Sabemos que nos necesitamos unos a otros y que poder contar con los demás nos hace más fuertes. En "La Granja", es una evidencia. Pensemos que nosotros, los seres humanos, también formamos parte de una "granja" con un funcionamiento similar al del cuento, y que durante nuestro paso por el mundo todos tenemos un papel importante que desempeñar. Gracias por recordárnoslo!
Gracias a ti Marina por hacerme saber tus pensamientos y que además estén de acuerdo con los míos, nos necesitamos unos a otros y deberíamos unirnos en vez de querer ser individualistas. Un abrazo.
Hola Julita. Bonito cuento cuento sobre la solidaridad y el trabajo en grupo para ayudar a conseguir unos fines u objetivos. Mejor nos iría si actuáramos en grupo en lugar de ir muchas veces por libre
Un abrazo
Enrique
Gracias por tu comentario Enrique. Tienes razón que deberíamos de trabajar en equipo en muchas ocasiones, pues nor iría mejor. Yo personalmente creo que, ahora que se está haciendo para algunos temas y se están viendo resultados, se debería de seguir la racha y ser capaces de continuar en ese sentido.
Hola Julita, acabo de descubrir tu blog y de momento, lo que he leído, me ha gustado.
Este cuento de la Granja es perfecto para hacernos recapacitar sobre la necesidad que tenemos las personas, queramos o no, de otras personas.
¡Pero qué difícil resulta en muchas ocasiones! Sobre todo en las grandes ciudades donde los vecinos muchas veces ni se conocen. Y si no se conocen, ¿cómo se van a poner de acuerdo en algo?
¿En quién se puede confiar?
Gracias Elena por tu comentario, yo pienso lo mismo que tú, que el ser humano es demasiado complicado y egoista, supongo que ese es el motivo por el que los protagonista de mis cuentos, cuando quiero dar valores, suelen ser niños (aún no corrompidos) o animales, para mí más sensibles (aunque me puedan tachar de absurda). Un abrazo.
Publicar un comentario