Ahora que nos encontramos casi en el mes de Diciembre y a un paso de que finalice este año 2017, quiero publicar un relato que tiene algo que ver con el tema que tanto nos preocupa en este momento.
Como siempre digo: ¡Ojalá os guste!
Sara escondió la cara en el cuenco que
formaban sus manos. Con los codos apoyados en la mesa para resistir el peso que
sostenían, recordó los años pasados desde su infancia y lo poco que en realidad
se había conseguido para que la palabra Igualdad
llegase a ocupar el lugar que le corresponde en el diccionario.
En el año 1949, fecha en que llegó al mundo, este vocablo no existía, o
no se utilizaba. Era algo de lo que no estaba muy segura, así que creció sin
echarla de menos (nunca puedes extrañar algo que no conoces). Ahora piensa que
en realidad dentro de su mente debía de existir un rincón escondido desde donde
la evocaba, no podía ser de otro modo, pues la lucha de sus hermanas y de ella
misma para conseguir de su madre que los trabajos de la casa se distribuyesen
por igual entre los dos sexos, tuvo que ser una reivindicación.
Cuando acudía a casa de sus amigas se daba cuenta de que ocurría lo
mismo que en la suya, las madres, sin ninguna dilación, pedían a sus hijas que
fuesen ellas las que se ocupasen de todos los menesteres cotidianos:
Algunas de las tareas que no por simples dejaban de ser necesarias, era
por ejemplo poner la mesa para comer o quitarla una vez se había acabado;
llevar el café con sus correspondientes tazas para degustarlo en la sobremesa;
recoger la cocina; abrir la puerta cuando sonaba el timbre, contestar el
teléfono...
Sara nunca entendía el motivo por el que siempre eran sus amigas las que
tenían que ocuparse de ello y más de una vez les propuso rebelarse ante esta discriminación, pero siempre fue en
vano. La lucha, solamente surtió
efecto en su propia casa, gracias a la unión de las tres hermanas.
Ahora sigue pensando lo triste que es el que a pesar de los años
transcurridos, las mujeres, al igual que hicieron siempre sus propias amigas,
no sean capaces de relegar estos simples trabajos en su pareja o en sus hijos.
Sigue existiendo el matriarcado y lo que más le entristece es que
estén contentas con ese papel, pues
son ellas mismas las que lo provocan.
Se podría conseguir mucho con un pequeño cambio de actitud, continúa
cavilando. No le parece que sirvan de nada las grandes marchas por la igualdad,
los mítines de las feministas…, mientras los hombres lleguen a su casa, suelten
el abrigo, la cartera, los zapatos... por donde les venga mejor y pregunten:
─ ¿Está la cena?
Sin tener en cuenta que su pareja no hace mucho que ha entrado en la
cocina, pues al salir del trabajo ha recogido a los niños del colegio, les ha
dado la merienda y les ha dejado correr por el parque para que se desfoguen.
Una vez en casa, ha tenido que ayudarles con los deberes, con la ducha,
a ponerse el pijama y ahora, por fin, cuando se han sentado delante de la
televisión para entretenerse con los dibujos, le llega, como un reproche, la
voz de él reclamándole algo de lo que no necesariamente debería de ocuparse
ella.
Pero se escucha a sí misma contestando:
─ ¡Cámbiate y ponte cómodo
que enseguida estará lista!
Y se apresura a que todo esté dispuesto para que él se encuentre a
gusto.
Sara se incorpora, deja caer los brazos a ambas partes de su cuerpo y
suspira pensando que, al menos en su casa, la palabra Igualdad se ha introducido y brilla con luz propia ¿Será posible
que algún día se extienda por todas las casas?, se pregunta.
Julita San Frutos©

6 comentarios:
Buenisimo muy actual . Que fuerte un beso
Un relato que refleja una vivencia. Las cosas van cambiando poco a poco por el bien de todos y la igualdad se está convirtiendo en una realidad en nuestro mundo occidental. Que tus aportes literarios influyan en los demás.
Gracias Jose por lo que te parece y porque te guste.
Gracias Anónimo yo también espero influir en la medida de lo posible en los demás y ojalá seamos capaces de dar un paso de gigante en este aspecto.
Hola. Afortunadamente las cosas van cambiando. Aún queda mucho camino por recorrer y en la educación de los mas peques está el que la igualdad llegue a ser una realidad,esperemos que no muy lejana
Un abrazo
Tienes razón Vegano, las cosas van cambiando aunque más lentamente de lo que desearíamos, pero como dices esperamos que la igualdad sea pronto una realidad. Muchas gracias por tus comentarios. Un abrazo para tí también.
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