domingo, 31 de enero de 2021

NO ES CUESTIÓN DE EXPERIENCIA

 1 de febrero de 2021, seguimos enfrascados en esta pandemia que no tiene visos de remitir así como así, por ello he pensado que me viene bien publicar hoy un minirelato que escribí, como tantos otros, para el Taller de Escritura Creativa de la Pobla de Vallbona y aquí os lo dejo.

Julita

  Cuántas veces me he preguntado, no sin estupor, como pude dejarme embaucar de esa manera. ¿Fueron quizá sus modales, su saber hacer, o su sonrisa fácil lo que me fascinó? No consigo darme una respuesta, pero de lo que sí estoy segura es de que supo sonsacarme con la única intención de aprender de mí.

  Yo, que siempre he presumido de mi experiencia y de ser la única que ha conseguido mantenerse en la brecha durante años, veo ahora como me supera un imberbe, un recién llegado que es capaz de reírse de mí sin ocultarse.

  Lo peor de todo y lo que más me saca de mis casillas es notar las burlas de mis compañeros cada vez que pasan por mi lado. Me doy cuenta de que soy capaz de leer sus pensamientos como si de un libro abierto se tratase:

—¡Ahí va la imperecedera! ¿Te creías la más lista? Pues te has topado con la horma de tu zapato. Tú que mantuviste en vilo a una generación entera y que continúas haciéndolo, has conseguido que el alumno haya superado a la maestra.

  Por eso, cuando no tengo más remedio que encontrármelos y siendo consciente de sus burlas, rehúyo sus miradas mientras murmuro para mis adentros:

—¡Maldito Coronavirus que me ha dejado en pañales a mí, a la gripe!

Julita San Frutos©

viernes, 1 de enero de 2021

EL SUEÑO DE SONIA

¡FELIZ AÑO 2021 A TOD@S!

Hoy día 1 de Enero de 2021 os dejo un relato en el que continúo con los sueños, aunque en éste tenga un registro diferente.

Un abrazo. 

Julita

   Desde muy pequeña el juego al que más le gustaba jugar a Sonia era a ser bombera. Con su imaginación recreaba incendios, a los que acudía rauda para evitar que se propagasen, para ello, corría de una parte a otra de la casa, con su cuerda de saltar a modo de manguera y una cacerola en la cabeza como casco.

  En sus correrías, siempre la acompañaba su perro, que ladraba feliz de poder llevar a cabo esas hazañas. ¡Cuántas veces tropezaron con algún miembro de su familia y cuántas más recibieron la reprimenda de sus progenitores!

—Por favor Sonia —le decían— ¿puedes parar un poco? Simulas muy bien una sirena, pero, entre tus alaridos y los ladridos de Rufo, nos tienes la cabeza loca, ¡verás cómo al final vamos a acabar teniendo una desgracia!

  Pero nada de todo eso amilanaba a la niña que consiguió, con bastantes ruegos desde luego, que le regalasen un traje completo del oficio de sus sueños. Desde ese momento pudo cambiar la cacerola por un casco infantil, aunque de manguera siguió utilizando su cuerda, pues al parecer, no se atrevieron a que el disfraz incluyese una.