Bueno,ya estamos en el mes de marzo, pronto llegará la primavera con sus flores, sus trinos, su luz... por eso, quiero aprovechar para publicar un cuento en el que me gustaría hacer entender a quienes lo lean, que no hay ninguna razón para arriesgarnos, enfrentándonos a lo que tenemos claro que no vamos a poder ganar.
Quizá sirva para hacer pensar.
¡Uh! ¡Uh! ¡Uh! Soplaba el viento sin descanso.
¡Shrs! ¡Shrs! ¡Shrs! Le contestaban las hojas que colgaban de los
árboles y luchaban por mantenerse en su lugar.
De repente, el cielo perdió su azul y se fue volviendo oscuro, de un
color negruzco, amenazante.
Por si todo eso fuese poco, en ese mismo momento, una luz casi fantasmal
rasgó el firmamento, como si de un látigo luminoso se tratase y a continuación,
un atroz sonido interrumpió el susurro del bosque.
El pequeño conejito, que se encontraba en el interior de la madriguera
junto a sus padres, escondió la cabeza en el cuerpo de su madre. Pegado a ella
y arropado por su suave pelaje, empezó a temblar, muerto de miedo.
