El cuento que publico hoy, al igual que me pasó con Nubita, lo escribí para otra de mis nietas, exactamente para la pequeña, con él he intentado que comprenda que hay que conocer todos los colores de la vida, incluido el negro, para saber apreciarlos y enfrentarnos a ellos si fuese necesario.
No sé si sabéis, pero por si
acaso nadie os lo ha dicho, os lo voy a decir yo, que cada vez que nace un
niño, un duende se pone a su lado para acompañarle hasta que se hace mayor.
Este
duende es el que nos ayuda a todos, (porque los que somos mayores también
fuimos niños una vez) a comprender como es la vida, y a saber la forma en que tenemos
que comportarnos con nuestros padres y con todas las personas y seres vivos que
nos rodean.
Nos muestra las cosas bonitas de la vida, pero también tiene que
enseñarnos las feas, pues es lo que necesitamos para que, cuando nos hacemos adultos,
sepamos desenvolvernos.
